miércoles, 12 de diciembre de 2018

For n=1 to 3 goto 'niñoríe'


Cuento de Navidad 2018


For n=1  To 3  'niñoríe'
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// Bucle de sonrisas cada vez que el pastor se acerque con su regalo
// Si se acerca un Rey Mago hacer To 10
...

Alberto pensaba en alto mientras escribía las líneas de código. En tono monótono verbalizaba sus pensamientos como si fuera una computadora parlante. Sus compañeros de NovoSystem estaban acostumbrados a las rarezas de aquel veinteañero asocial ; pero reconocían que era el mejor programador de la empresa y se había ganado el respeto de todos con sus brillantes soluciones informáticas. Inexpresivo, distante y solitario;  tras aquel aspecto extravagante se escondía uno de los mayores talentos en software de realidad virtual del país. En ese momento proseguía su largo monólogo:

- Tengo que retocar los algoritmos de análisis de la ternura y la impaciencia. El reconocimiento emocional-facial a través de la webcam  no funciona del todo bien. He de conseguir que detecte preferencias para la acción. Si la cara del jugador determina que es sensible a la ternura pongo un salto en el programa a un zoom del rostro del niño Jesús y lo alterno con el semblante sereno de la Virgen; pero si percibe un gesto de impaciencia por la falta de acción lo redirijo al asalto de los soldados de Herodes casa por casa buscando niños a los que degollar.  Ahora que me acuerdo, tengo que pedir las rutinas de programación de "Age of Empires" para usarlas en las batallas de los ángeles contra los  demonios que asaltarán el portal...

La empresa NovoSystem realizaba programas bajo demanda. Sus juegos interactivos usaban la cámara del ordenador para analizar las emociones del rostro del jugador y poder responder así a los deseos que detectaban en ellas. Alberto había sido el creador del programa de reconocimiento de emociones faciales, la clave de que los juegos de la empresa tuvieran una inusitada demanda y, sin embargo, parecía mentira que aquel individuo tan inexpresivo fuera un especialista en analizar emociones desde las imágenes.

- A ver, repasemos las variables pendientes:  tenemos por un lado "niñoríe" y "niñollora", por otro "nerviosoJosé", "Virgensonríe", "bueymuge" y "rabomula". Tengo que crear todavía "angelescantan", "estrellabrilla" y "Reyescabalgan". ¡Hay que tener preparado a tiempo el organigrama del juego para su lanzamiento antes del día de Navidad!

Los compañeros de Alberto aguardaban a que les pasara las rutinas que debían depurar a conciencia poniendo especial cuidado en el realismo de las imágenes y en la naturalidad de los movimientos. Los especialistas en diseño gráfico habían preparado unos decorados brillantes con una Navidad espectacular: cielos estrellados casi galácticos, paisajes nevados con brillos nacarados, abetos cubiertos de nieve diamantina, un portal con texturas ocres en las paredes que conferían a las ruinas una calidez reconfortante...  Los pastores eran el orgullo del equipo: se habían inspirado en cerámicas de pastorcillos de Lladró a las que habían escaneado y dotado de unos movimientos tan naturales que parecían estar vivas. Para crearlos tuvieron que embutir con trajes llenos de sensores a un grupo de niños elegidos en un casting previo donde les hicieron moverse en una sala monocroma con un nacimiento de cartón piedra todo gris. Guardaron las rutinas de sus movimientos y ahora las aplicaban a las figuras. Alguno había trabajado en las rutinas de animación de Gollum en El Señor de los Anillos y este trabajo no resultaba muy diferente.

El equipo especialista en escenas de acción había preparado batallas casi intergalácticas entre ángeles y demonios. Las rutinas del movimiento de las alas (que recreaban el volar de una paloma real) eran las mismas en ambos grupos, pero cambiando el color de blanco a negro para los demonios alados. Al final, todas los procesos conducían de un modo u otro al triunfo de los querubines que acababan cantando el Adeste Fidelis entre nubes y con fondo en segundo plano de un luminoso cometa que recorría el cielo. Las secuencias de los soldados de Herodes eran las más espectaculares (y las más dramáticas). Las madres escondían a sus bebés recién nacidos o huían aterrorizadas pero siempre terminaban por ser atrapadas. No se ahorraba sangre salpicando la pantalla en los degüellos ni faltaban miembros amputados a espadazos  por soldados romanos de rostro feroz. Para añadir un poco de suspense se dotaba a los desesperados padres de algún mínimo puñal con el que, a vece, sorprendían a algún soldado rezagado. Trabajaban ahora en el nivel "Huída a Egipto" donde patrullas militares egipcias y  Familia con borriquillo jugaban al gato y al ratón entre las rocas de las montañas del camino a Egipto. En el personaje de Herodes se habían esmerado; crearon un ser repugnante inspirándose en la anatomía de un sapo y la textura de su piel, incluso para el habla habían ideado un logaritmo de distorsión de la voz a partir del croar de estos anfibios. Para la parte final del juego idearon una escena impactante en la que el Rey lleno de úlceras acababa con el cuerpo devorado por miles de gusanos que se retorcían entre su carne.

Por lo demás, tenía todo lo que cualquier juegos navideño podía necesitar: música sintética de villancicos populares,  animalillos diversos paseándose por los decorados, procesiones de pastores y personajes populares con presentes para el niño, Reyes Magos que otorgaban regalos al jugador cuando superaban niveles sucesivos de carreras con camellos todoterreno... incluso habían realizado en una concesión a los potenciales clientes catalanes mediante una actividad llamada "encontrar al caganer" que recordaba un poco las conocidas ilustraciones de "encontrar a Waly" de nuestra infancia.

Se había hecho de nohe. A las seis de la tarde el difuso resplandor del horizonte apenas se percibía desde las ventanas de NovoSystem situadas en el piso 23 de aquella torre de oficinas del centro. Alberto se dispuso a cerrar todos los programas y apagar el ordenador. En el ascensor pensó abstraído en el trabajo de mañana:

- Bien, por hoy ya ha sido suficiente. Mañana decidiré como aplico al algoritmo 'perfiljugador' los datos que mis jefes han negociado con Facebook. Conocer su personalidad y su tendencias  nos permitirán optimizar y dirigir su flujo en el juego. Además, hay que programar un 'perfilmejorado' para retornar al portal social nuevos datos añadidos a su información-cliente en base a sus decisiones en el juego. Mis jefes me obligan a hacerlo aunque me opuse firmemente: esos cabrones no dejan pasar oportunidad de saber cada día más de la pobre gente.

Condujo despacio hasta casa de su madre bajo el arbolado de luces que cubría las calles. Al abrir la puerta se la encontró sacando de las cajas las figuritas del Belén. Se iluminaron sus ojos:

- Hola, mamá.
- Hola, hijo. ¿Qué tal el día? Pareces cansado...
- ¡No sabe cuanto... ! El nuevo proyecto es agotador... ¡y estúpido además! Pero es lo que pide la gente y lo que me da de comer.
- ¿Entonces, me vas ayudar a poner el nacimiento; o quieres que lo dejemos para otro día? Si estás muy cansado...
- No, mamá. Ya sabes que me encanta. -La boca de Alberto esbozó una amplia sonrisa.

Alberto desenvolvió una por una las viejas figuritas del Belén. Acarició la pesada mula de barro sin cocer mirándola de nuevo con aquella mirada del niño que la modeló con sus propias manos para el nacimiento escolar. Tomó delicadamente el diminuto bebé que representaba a Jesús en su cunita de pajas, unas pequeñas pajitas de hierba seca que recogió junto con su madre en el campo cuando se perdieron las originales y que resultaban tan graciosas ahora. Sacó con cuidado un Rey Mago...

- A este camello le falta una pata... ¿Servirá poner un camello cojo? ¿No se enfadará Melchor?... (guiñó un ojo a su madre)

-  ¿No vas a arreglar el motor del molino?  - Alberto recordó que había construido aquel molino en marquetería y lo había motorizado para un trabajo en el instituto, pero hacía años que dejó de funcionar.

-No mamá, me gusta como está. - Lo dijo con expresión decidida, con aquella determinación que mostraba ya de niño y que era el orgullo de su madre. -Además los molinos de aquella época no llevaban motores eléctricos, si acaso se movían con el agua del río... pero ¿no querrás que enchufe una manguera al grifo y prepare un chorro sobre los cangilones, verdad? (La broma les hizo reír a carcajadas)

- Anda, mamá, pon la cena mientras voy por un poco de musgo al parque...y por unas cortezas de pino. Hay que agrandar un poco el portal que este año pondremos algunos pastores nuevos que compré en el mercadillo de la plaza. -

El hijo se despidió desde la puerta lanzando un sonoro beso a su madre. Con una bolsa de supermercado en la mano echó a correr abandonando impaciente el portal de su casa. Continuó su carrerilla para llegar a la zona más humbrosa del parque, allí donde crecía musgo en torno al estanque. Por el camino se cruzó con Díez y Martín, sus compañeros de programación, pero no los divisó entre la amortiguada luz de las farolas. Díaz le saludó al cruzarse, pero él no lo escuchó absorto como estaba pensando en el frescor del musgo que desde niño le encantaba cunado pasaba su mano sobre la delicada textura de aquellas húmeda alfombra verde..

- ¿No era ese Alberto, el programador...? ¿El que corría como un poseso hacia el bosque? -Comentó Díaz a su acompañante.
-¿El friki? Imposible. En esa cara de pasmo no cabe una sonrisa ... No puede ser él.
- ¡Pues juraría que ese loco que casi nos atropella...! ¿No será que se le ha ido la olla con tanto programar? Yo creo que era él...
- ¡Bah, da igual! ¡Vamos, que no llegamos al pase de la Puerta Mágica en Torrejón de Ardoz para ver la iluminación de este año. ¡Espectacular! Lo más puntero: más de un millón de bombillas leds programadas ¡bestial!. Y mejor aún el videomapping sobre la fachada de la iglesia. ¡Está que lo rompe...!
- Pues yo mañana llevaré a a mi hijo pequeño a Cortilandia, aunque si al final lo ponen por la tele ni nos movemos de casa... ¡Y los reglalos... los tendré que pedir esta noche por Amazon, cualquiera se acerca a los centros comerciales! Tengo una lista enorme con petición de smartphones, táblets y videojuegos. ¡Joder, no piden un ebook ni aunque se lo regalen!. El árbol lo voy a comprar en los chinos; de plástico naturalmente, que  es más ecológico y además más barato; pero lo tendrá que adornar la asistenta que nosotros iremos a ver una peli de elfos navideños ...
- ¡Y pronto, las vacaciones. Me piro a la costa!
- ¡Y las comilonas, Dios...!
- ¡Y el sablazo de los regalos!
- ¡Y aguantar a los cuñados en la cena de Navidad...!
- Ya sabes... Navidad.

domingo, 2 de diciembre de 2018

El Rey desnudo

Mary le pidió que leyera un cuento nuevo. Jhon solía leer “Los tres osos” o “Caperucita” a los que añadía pasajes inventados que dotaba de especial dramatismo; pero hoy la pequeña le mostraba a su papá el cuento de “El traje nuevo del Emperador” y le conminaba a leérselo con firmeza.

—Me lo han regalado, papá; me gustaría que me lo leyeras esta noche –le suplicó poniendo el libro en sus manos. 

Jhon intentó zafarse tratando de convencerla de que era mucho más emocionante “El gato con botas”, pero Mary se mostró inflexible:

—Papá quiero que me leas este cuento, por favor –le apremió alzando la barbilla y apretando los labios.

Jhon, resignado, tomó el cuento con ambas manos y se dispuso a leer la historia. Poco después, aterrorizado, levantó la vista del texto, justo en el momento en que leía, titubeando, el comentario del niño protagonista ante el paso del Emperador en el desfile real a propósito de que el rey estaba en realidad desnudo. Miró temeroso a su hija que, desde la cama, le contemplaba  sin pestañear. Su pequeña hija de cuatro años acababa de descubrir su secreto, algo que había logrado ocultar a todo el mundo durante cuarenta y cinco años. Su pequeña Mary había desenmascarado al impostor...

—Eres un ganador, Jhon –Sus padres le animaban cuando, casi bebé aún, iniciaba sus expediciones de unos brazos a otros en el pasillo de casa.

—Te va a ir bien, Jhon –decía su madre cuando le despedía desde la puerta del jardín de infancia a los cuatro años.

—Te ponen siempre en la fila de los tontos –le decían sus compañeros en primero, segundo y tercer grado.

—Es un niño muy inteligente, ya aprenderá –comentan los maestros a sus padres en las reuniones de cuarto y quinto curso.

Pero él iba a la escuela como quien va a la guerra. Sentía el aula como un territorio hostil en el que había que desplegar grandes dotes de supervivencia.

—Eres un rebelde, Jhon. Haces el payaso continuamente –le reprendía el rector en séptimo grado—. Tenemos que expulsarte de la escuela.

En octavo grado comprendió que, para salir adelante, era necesario aprender a manejar el sistema. Se propuso “comportarse” y aprovechó sus buenas dotes matemáticas y sus habilidades sociales para ganarse la confianza de los maestros; pero era un desastre en las pruebas de evaluación escritas. Cuando hacía algún examen lo copiaba descaradamente mirando de reojo el del compañero de al lado o le pedía directamente que se lo rellenara. Estas trampas le resultaban bastante sencillas de ejecutar y nunca le descubrieron. Acabó convirtiéndose en un especialista del engaño escolar.

Inopinadamente logró acceder a la universidad a lo que contribuyó, sobre todo, que le concedieran una beca completa por sus habilidades en atletismo. Sin embargo en la intimidad pensaba aterrorizado:

—¡Santo cielo, esto va más allá de mis capacidades! ¿Cómo voy a sobrevivir ahora?

Al principio salió del paso estudiando copias de exámenes de años anteriores. Más adelante hubo de recurrir a un amigo que le debía favores (nadie como él conocía el universo social femenino del campus) y este le pagaba colaborando en el cambiazo de los exámenes a través de la ventana de la clase cuando no les veía el profesor.

En los últimos cursos llegó un momento en que los viejos trucos no servían. Decidió entonces traspasar la línea. A partir de ese momento ya no sería simplemente un estudiante tramposo, sería un criminal. Los últimos exámenes los robó directamente del armario archivador del despacho del profesor en el que lograba introducirse por la noche.

Jhon consiguió graduarse en la universidad y, contra toda lógica, decidió dedicarse a la enseñanza. Durante diecisiete años enseñó en diferentes cursos en un instituto. Fue entrenador deportivo, impartió estudios sociales y enseñó mecanografía (llegó a establecer el record de escribir 65 palabras por minuto). Sus alumnos pronto observaron algunas rarezas en el apuesto profesor: no le gustaba escribir en la pizarra y no había un solo cartel con palabras impresas en la clase, veían un montón de películas y organizaba muchos debates. No le gustaba pasar lista encargando a los delegados esta tarea y tenía por costumbre elegir tres ó cuatro alumnos aventajados, a los que llamaba sus “asistentes académicos”, que se encargaban de escribir los resúmenes en la pizarra. Nadie sospechó que guardaba un extraordinario secreto. Nadie sospecha nunca de un profesor.

Había noches en que lloraba a solas en la cama. Había veces en que sentía náuseas al pensar en la farsa en que había convertido su vida, pero estaba atrapado. No podía contárselo a nadie.

Conoció a Cathy en su etapa de profesor deportivo por mediación de una compañera. Ella era fisioterapeuta y la afinidad de sus profesiones les hizo congeniar rápidamente. Hubo de vencer sus escrúpulos pero terminó casándose con ella tras un año de noviazgo. Pensó muchas veces confesarle su amargo secreto, incluso lo había ensayado ante el espejo:

— Cathy, voy a confiar en ti, te voy a contar mi secreto...

Pero Cahty parecía no entender lo que le decía o acaso pensaba que era una broma. Ella seguía con sus libros y él terminaba hojeando revistas deportivas. “El amor es ciego y sordo”, como se sabe.

A los dos años de casados tuvieron una niña, Mary. Su padre sentía una punzada de dolor cada vez que la miraba y pensaba cómo le iba a afectar el inevitable descubrimiento del secreto que su padre había guardado celosamente durante toda su vida. Ahora la tenía delante, mirándole sorprendida mientras leía con desesperante lentitud:

—¡Pero... si no... lleva na...da! El Rey... está des...nudo.

– No lo estás leyendo como mamá –observó Mary, asombrada.

—¡Mary, no sé leer! De verdad, hija, nunca aprendí a leer bien. ¡Perdóname, hija, no puedo hacerlo mejor!

Y allí estaba él, ahogado en lágrimas abrazando desesperadamente a su pequeña hija que acababa de desenmascarar su impostura, el fraude del vestido de un rey desnudo, la agotadora y cruel ironía de un profesor que no sabía leer.

jueves, 29 de noviembre de 2018

El cole de Cuéntame

Hace 17 años, en el curso 2001/02, este era el aspecto que presentaba una de las clases del colegio Antonio de Nebrija, en Alcalá (en concreto la de la Señorita Celia, jubilada pocos años después). Pero en realidad representa un ambiente mucho más antiguo. Pertenece a la serie de "Cuéntame" en uno de sus primeros capítulos. Los que cursaban sus estudios en el centro quizás recuerden el aspecto de las clases: las viejas puertas marrones con cristal, las anticuadas ventanas con marco de hierro, los antiguos percheros, las baldosas cuarteadas... Por algo escogieron al centro para el rodaje. Paula, una de las alumnas que cursaba entonces 1º de EP recuerdaba el olor a tabaco en la clase después de las maratonianas sesiones de filmación por las noches (cuando los alumnos estaban en sus casas) y, aunque dejaban la clase recogida y limpia al amanecer, el persistente olor del humo les recibía por las mañanas. Rosa, nuestra conserje, nos escribió sus impresiones en la página web del colegio:


"Por unos días el colegio ha servido de escenario para el rodaje de dos series de televisión: ¡Ala...Dina! y ¡Cuéntame!.
Las aulas se convirtieron en improvisados vestuarios, sala de maquillaje y despachos de productores y directores. Por los pasillos veíamos cables, cámaras, monitores, micrófonos, técnicos de sonido, de imagen y actores que pasaban atendiendo sus atareados teléfonos móviles, unas veces vestidos de una cosa y después de otra.De vez en cuando oíamos gritar a la ayudante de dirección llamando a los figurantes para que se prepararan para la siguiente toma y al director decir:
"¡Todos preparados! ¡Silencio! 1, 2, 3, 4, 5... ¡acción!...Toma buena. ¡Corten!"
Resultaba curioso ver todo lo que se monta para, a lo mejor, unos minutos de proyección.Una vez terminado el rodaje, los que habían cambiado todo, rápidamente, volvían a convertir el colegio en lo que era: las mesas en su sitio, los pasillos vacíos y el patio sin coches y camiones. De nuevo el silencio.Podemos decir que el centro ha tenido sus quince minutos de fama y lo podemos comprobar el día 24 de septiembre en ¡Ala ...Dina!, y los días 8 y 15 de noviembre en "Cuéntame"



(Colabora Rosa, nuestra conserje)





Fotos del rodaje de "Cuéntame" y "Aladina" en el curso 2001/02. Foto 1-2: clase de la Sta. Celia (una de las actuales de EI 5 años). Foto 3 la antigua sala de profesores (enfrente de las clases de EI 5 años).

Rescato esta vieja entrada que escribí en el blog del colegio porque acabo de leer en el periódico EL PAÍS que Ricardo Gómez (el entrañable "Carlitos") se retira de la serie televisiva. El actor está rodando el capítulo de su despedida. Detrás quedan 17 años de duro aprendizaje. Nuestra conserje me comentaba entonces que sentía cierta pena por aquel chiquillo que, lejos de casa y con los padres ausentes, pasaba horas y horas rodando en el horario en que los otros niños juegan o hacen tranquilamente sus deberes en casa. En el artículo en cuestión hace un repaso a su vida agradeciendo a todo el equipo que se portaran con él como auténticos padres y amigos. Ser protagonista, tan joven, es un privilegio y una carga. Parece que, al final, está satisfecho con su trabajo aunque eso no quite que sienta la necesidad de hacer cosas nuevas. 

Así pues, ahí va esta entrada como homenaje a un actor que creció con su personaje a cuestas. Te deseo suerte, Carlitos.  

domingo, 25 de noviembre de 2018

Caperotwtter y el Lobofacebook feroz

Un día la mamá de Caperotwitter le encargó que hiciera una visita virtual a su abuelita para enseñarle unas preciosas fotos de la tarta que acababa de hacer. La niña subió contenta a su habitación y abrió la tablet entusiasmada. Mientras enrutaba el dispositivo hacia el perfil de su abuela se entretuvo embelesada en los apremiantes mensajes de su cuenta de tiwtter, y se distrajo con las llamativas fotografías del bosque digital que poblaban su facebook. Perdió la noción del tiempo mientras veía vídeos de animalillos graciosos, de grupos musicales y de bromas divertidas. En ese bosque fascinante muchos de sus habitantes habían solicitado su amistad y ella, generosa, aceptaba su demanda sin reparos. Era hermoso tener tantos amigos. Lobofacebook, que había observado los hábitos exploratorios de la niña, obtuvo así permiso para introducirse en su círculo de amistades y compartir su espacio de confianza. Como era muy astuto había creado una cuenta falsa a nombre de su abuelita clonando el contenido de la despreocupada anciana; así que ahora, estaba escribiendo mensajes en su nombre y publicando divertidas fotos que llamaban poderosamente la atención de la niña.
Caperotwitter comentó asombrada una foto de su abuelita.
– ¡Abuelita, abuelita! ¡Qué vestido más raro llevas! ¿Por qué vas en bañador, si no estás en la playa?
– Es porque hace calor, Caperotwitter.       
Seguían llegando más fotos...
– ¡Abuelita, abuelita! ¿Por qué te quitas más ropa? ¿Vas a ducharte?
– Es porque así estoy más cómoda, Caperotwitter. Y tú deberías hacer lo mismo, verás que a gusto se está...
La última foto sí que era extraña.
– Abuelita, abuelita: ¿por qué eres tan peluda?
– ¡Ah! ¿Acaso tú no lo eres? No me lo creo. Envíame una foto desnuda para demostrármelo...

La niña se hizo la foto y se la envió. En ese mismo instante Lobofacebook devoró a Caperotwitter.

domingo, 18 de noviembre de 2018

La verdadera historia de la cigarra y la hormiga




La vieja cigarra se dejó caer, agotada, sobre una hoja abarquillada, su sillón favorito. La pequeña ninfa le escuchaba con atención.

– Escucha, querida. Te contaré mi verdadera historia para que sepas de primera mano y de fuente fidedigna los entresijos de ese cuento que los humanos llaman fábula y que cuentan a sus hijos con intención de educarlos en la moralidad y la sabiduría. Como verás no es más que una sarta de mentiras a cual más cruel que planta en el fondo de sus tiernos corazones la semilla de la avaricia y la crueldad. Pronto vas a enterrarte en el suelo y vivirás allí abajo, sujeta a las raíces que te alimentarán durante diecisiete años. Tendrás tiempo suficiente para meditar en lo que voy a contarte. Cuando pasado ese tiempo subas por el pozo que escavarás para salir de allí, realizarás la muda y te conviertas en cigarra adulta; entonces, por lo menos, sabrás a qué atenerte.

Ocurrió a principio del verano. Me encontraba subido en la rama de un olivo bien asoleado descansando un momento del duro trabajo de agujerear con la pequeña lanza de mi boca la corteza para acceder a la savia de árbol. La verdad es que después de sorber con mi trompa aquel zumo delicioso me apetecía relajarme cantando un poco. Ya sabes que soy tu padre y aquí empieza el primer equívoco de este cuento. Los humanos no saben distinguir machos y hembras en absoluto. Solo nosotros, los machos, cantamos y lo hacemos para enamorar a nuestras novias, como yo hice con tu madre. Entonces acertó a pasar por allí la hormiga. La miserable se las daba de hacendosa transportando granitos de trigo camino del hormiguero. Me encontró tomando el dulce refresco y con envidia me pidió un poco alegando que estaba sudorosa y, en pleno verano, solo nosotras las cigarras tenemos acceso al escondido grifo de líquido de los árboles. No me importó hacerle un hueco para que pudiera sorber las gotitas que quedaban en el borde de mi agujero. Pero no te creas que me dio las gracias, por el contrario me preguntó con un deje de malicia: 


– ¿Tú no guardas comida para el invierno?
– No lo necesito, te lo aseguro –le respondí asombrado. 

Me parece que no entendió la respuesta, pues vi se alejaba pensativa mientras sonreía con aire malévolo.

Continuó acarreando trigo y la siguiente vez que pasó a mi lado ni siquiera me pidió permiso, fue directamente a apropiarse del zumo que trabajosamente yo recolectaba. Todavía volvió otra vez más, y en esta ocasión, acompañada de una docena de compañeras del hormiguero que comenzaron a morderme las patas y subir por mi abdomen haciéndome cosquillas para que me apartara. Enojado, acabé por marcharme de allí no sin antes orinar en el agujero.

Instalado de nuevo en otra rama vino la comitiva de hormigas, decepcionadas por haber echado a perder su botín. Mi vieja conocida me interpeló: 


– Ya no tienes comida. ¿Qué harás en el invierno? Morirás de hambre... Mira nosotros tenemos un montón de trigo en el hormiguero. Podemos darte un poco para que sobrevivas, pero has de prometer que el verano que viene te lo pasarás escavando grifos de sabia en los árboles para nosotras. ¡Todo el verano! 

No respondí. Se quedaron un rato esperando que les suplicara, que les implorara por un poco de su comida. ¡Qué estúpidas! No saben nada de nosotros. Quizás ellas también se crean ese horrible cuento de los humanos sobre las cigarras. ¡Pero si no soportamos los granos; nos producen un terrible dolor de estómago!

Mi pequeña ninfa, se acaba el verano y pronto he de morir. Ya ves, ni siquiera llegamos al invierno para necesitar entones pedir comida a nadie. Es otra mentira más de ese humano llamado La Fontaine, del que pienso que no vio una cigarra en su vida. Me han dicho mis amigas que en su ciudad de residencia, París, no hay olivos y ya sabes que sin ellos no podemos vivir. 


Hace apenas unas semanas que ocurrió lo que te he contado. Desde entonces me he pasado casi todo el tiempo cantando para tu madre. Al final pasó lo que tenía que pasar y naciste tú y muchas hermanitas más. Ahora me despido, mi tiempo se acabó y empieza el tuyo. 

Recuerda, hija mía, crece bajo tierra para ser una buena y honrada cigarra. Sé dulce y alegre en la vida. No acapares, no seas avariciosa como la hormiga. No robes a los demás lo que tanto les ha costado conseguir. Celebra la música de tus alas. Ofrece tu canción al amor. Busca la verdad y no te creas las mentiras que te cuenten. Y ten mucho cuidado con las hormigas: intentan cobrar con intereses, esclavizan a todo el mundo. No hagas tratos con ellas. Perfora tus grifos de sabia lo más lejos de su territorio y no hagas caso de sus burlas, en el fondo te envidian profundamente.

martes, 13 de noviembre de 2018

Microargumentos

Voy a intentar resumir el argumento de algunas películas con una sola oración (alguna compuesta, eso sí). Este ejercicio forma parte de un curso sobre escritura creativa que estoy realizando.


- El bueno, el feo y el malo. 
 En realidad la historia de “El muerto, el otro muerto y el vivo”

- El Señor de los anillos. 
Es la historia de la móvil-adicción (te da poder, te localiza, te comunica y te vuelve invisible) en un contexto de fantasía.

- El increíble hombre menguante. 
Es la desdichada historia de un hombre que descubre un día que todas las cosas crecen a su alrededor.

- Jonhy cogió su fusil. 
Cuando Jhonhy volvió de la guerra dejó muchas partes de su cuerpo allí (aquellas con las que oía, veía, tocaba, andaba...).

- Encuentros en la tercera fase. 
La música es verdaderamente un lenguaje “universal”.

- El milagro de Ana Sullivan
El auténtico milagro no se hizo con la varita de un hada, sino con el tesón de una vida entera y la valentía de una mujer.

- Blade Runer. 
El día en que las máquinas mostraron sentimientos y dejamos de ser tan humanos.

- Dersú Uzala
Solo un viejo cazador, comprendía la Taiga.

- Luna de papel: 
Es la historia de una niña que decide que Tatum O'Neal sea su padre.

- 2001, una odisea espacial. 
Un hueso volador convertido en nave automática dirigida por un ordenador loco llega no se sabe dónde, ni se sabe cuándo.

- Paseo por el amor y la muerte. 
Viaje por el amor y la muerte con paradas en ambas estaciones.

- El Séptimo sello. 
Cuando ganar es imposible, solo le queda a un viejo caballero posponer el jaque mate.

- El Club de los poetas muertos.
En aquel colegio inglés estudiaban a los clásicos pero les habían censurado una frase: ”Carpe diem “

- En busca del fuego. 
No nos hace humanos nuestra inteligencia, ni la tecnología, ni la tribu... tan solo el amor.

- Con faldas y a lo loco.
 Es un tratado sobre tolerancia patológica; eso sí, desternillante.

- Los cuatrocientos golpes. 
Después de huir de los cuatrocientos golpes de la vida, Antoine Doinel descubrió un mar donde olas incansables golpeaban contra la orilla aún más fuerte.

- Enemigo mío. 
Él era mi enemigo y yo su enemigo: teníamos ya mucho en común.

miércoles, 24 de octubre de 2018

MIcrorrelato pompeyano

(El nombre del romano, toda una declaración de intenciones,
quedó inmortalizado en un graffiti de las paredes pompeyanas. Toda una historia con pelos y señales)

"Atimeto me preñó"

(Llamándose así, ¿qué esperabas?)

domingo, 9 de septiembre de 2018

¿Cuándo los blogs dejaron de interesar?


Hace años, editar un blog proporcionaba un aura de modernidad, calidad, originalidad, formación... Hoy en día, apabullados por facebook, instagram, twetter... los blogueros son unos seres cansinos que editan textos larguísimos, de pesada digestión y que no interesan a nadie.

¿Qué me dices cantautor de las narices? -cantaba L.E. Aute en una de sus canciones "protesta"-. Hoy en día pasa lo mismo con los blogs. Casi nadie aguanta una entrada medianamente larga por muy trabajado y pensada que esté. Hay que ser una celebridad para que te otorguen el beneficio de la duda y perseveren en su lectura hasta el final.

Como en muchos aspectos de la vida hemos pasado de la elaboración a lo elaborado: de la literatura al telegrama, de la cocina a los platos precocinados, del cine al videoclip, de la novela al cuento, del párrafo a la frase facilona...

Bastante será que hayas llegado hasta aquí, osado interrnauta. No quiero tentar tu lábil interés con unas líneas más. Me conformo con este exceso que me concedes. Sé que te ha costado mucho esfuerzo terminar y te lo agradezco. Te compensaré con este remake de la canción de L. E. Aute donde me río de mí mismo:

¿Qué me dices, 
en tu blog de las narices, 
que me cuentas 
con rigor conceptual?
¿Qué escribiste? 
Nade entiende qué dijiste,
Si estás sólo, 
búscate una red social.
No compartas, 
es mejor que escribas cartas;
dale al like, 
pero no me aburras más:
me conecto 
sólo a chatear un rato
Llegas tú, fundes mis los datos
y aún te tengo que aguantar.

Qué tristura, 
tu entrada se hace muy dura,
es autista 
y es muy larga: no es normal.
Me la suda, 
no lo pongas más en duda,
no te aguanto 
ese aire doctoral. 
No das una
tu entrada es inoportuna, 
¡no imagines 
que la pienso comentar!
Es un muermo
con leerla ya me duermo
no sigas, me pongo enfermo,
cierra el blog y entra en un chat.  






jueves, 6 de septiembre de 2018

Crónicas del verano: Trabajadores sureños.


Subyace un mensaje subliminal en muchas declaraciones de políticos de variado pelaje cuando hablan de nuestros paisanos del sur: "Los andaluces son vagos, incultos y poco serios". Pero no es lo que en estas vacaciones andaluzas he visto.
No es cierto que los andaluces, los ovetenses en este caso, sean una pandilla de vagos que se aprovechan del paro, del PER y del seguro de desempleo. Los que trabajan en el hotel se mueven con soltura y eficacia en el sector servicios y te atienden con profesionalidad y simpatía. Son esforzados en el servicio y eficientes en su trabajo. tras el mostrador de recepción, en el comedor, al otro lado de la barra, empujando el carro de limpiza... solo veo personas trabajadoras y cumplidoras con un plus de simpatía que faltaría en otras comunidades "serias".

Hoy leo en la prensa que una ovetense, Carolina Martín, acaba de lograr la gesta inédita de conseguir tres campeonatos del mundo de badminton. Felicidades a Carolina Martín, humilde sureña frente a la orgullosa prepotencia de algunos catalanes.

martes, 4 de septiembre de 2018

Crónicas del verano: Todo incluído.





Lo del todo incluido es brutal. Tras echar un vistazo a la lista de consumiciones ofertadas he decidido probar todos los cócteles, la variedad de chupitos y resto de brebajes que me ofrecen a cambio de mostrar la muñeca al lector del código de barras de mi pulsera intransferible. Pero, pasando los días, descubro que los cócteles son de máquina, los licores de marcas baratas y el servicio muchas veces en vaso de plástico.

Siento la pulsera sobre mi muñeca como unas diminutas esposas. A veces me sorprendo dándola tironcitos un un intento inconsciente de sacármela. En pequeña y liviana, pero se hace sentir y se torna pesada sobre mi anhelado sentimiento de libertad. A veces tienes la sensación de ser una mascota o haber sido anillado como una rapaz a quien vigilar.

Al final apenas consumes algunas copas en toda la semana. La rentabilizas un poco a base de cervezas y agua mineral. Para el snack de pequeñas consumiciones como perritos, sencillísimas hamburguersas, patatas fritas y pastelillos ni lo uso.

El invento me recuerda la barra libre de una boda o un botellón comercializado. Acabas aborreciendo las consumiciones.

Otra cosa es el comedor. La comida del último día la sacamos de contrabando a base de pequeños "hurtos": un melocotón al bolsillo, un pastelito al bolso, un pequeño bocadillo a la mochila... había que procurarse la comida del último día (fuera ya del plazo del todo incluído) a base de porciones. Al final no nos cabía el botín en la nininevera de la habitación e incluso hemos ido terminando poco a poco en casa los restos de víveres acumulados.

No sé porqué pero la comida que no pagas sabe mejor.

Crónicas del verano: Conchas



La gente mira sorprendida mis manos que abrazan ya, cada una,  media docena de conchas, de ostras, de veneras... Nadie se lo imagina, pero yo tengo en mente la construcción de unos hermosos bonsais con pequeñas plantas cultivadas en las conchas. Habré de perforar un hueco en el fondo, para que pase el tallo, pero semienterradas en la arena semejarán un diminuto jardín japonés.

Claro que más se extrañan aún cuando me ven rodilla en tierra llenando una bolsa con grava de la playa formada por diminutos trocitos de concha multicolores que el mar arroja a la orilla durante el reflujo de las mareas. Va a quedar preciosas cuando siembre pequeños cactus o tallos herbáceos semejando pequeños cañaverales en su centro.

Y más se asombrarían si me vieran, en los días siguientes, visitar los cementerios y buscar en los contenedores donde los allegados que visitan las tumbas de sus parientes dejan las viejas macetas,  pues es de ahí, de esos materiales de desecho, de donde me gusta crear mis pequeñas obras de arte..

Muchos se pasmarán al verme después rebajar con la radial la altura de esos cuencos de terracota para formar un recipiente que apenas se eleve sobre el suelo. Serán pequeños bonsais con mucha historia.

domingo, 2 de septiembre de 2018

Crónicas del verano: Sonrisas



En el ascensor, a la altura del primer piso, el niño pequeño, desde su cochecito, me  mira asombrado con sus grandes ojos muy negros y muy abiertos. Luego compone una enorme sonrisa al primer intento y exclama

-¡Hola!

Al llegar al segundo piso, su espontaneidad provoca una sonrisa colectiva a todos los que estamos apretados en la cabina. Respondo al saludo a mi vez agitando la mano:

-Hola-

y luego, tras dejarle el ascensor en el tercer piso me despido sonriendo:
- Adios - y agito la mano en un gesto de despedida.

Mientras camino por el pasillo enmoquetado camino de la habitación 356 donde me hospedo me pregunto: ¿De dónde han sacado estos pequeñajos estas habilidades sociales? ¿En qué momento las hemos perdido al crecer?

jueves, 30 de agosto de 2018

Crónicas del verano: Sorpresa geológica en el cercano parque de "Los Cabezos"


Justo enfrente de la entrada al "Ohtels Islantilla" se adivina un estrecho parque ocupando la franja que dejan los antiguos cantiles de la costa y que han sido respetados (o evitados)  por la rapacidad urbanizadora de la primera linea de playa. A los pies de las paredes y cárcavas pardo-rojizas se adivina un camino que recorre este parque que llaman "De los Cabezos" y que, en algo menos de 3 km. te lleva desde La Avenida de las Cumbres paralelo a la A-5054 hasta el Paseo de la Chirina. Desde la habitación del hotel se divisa justo enfrente la pasarela de madera que cruza la carretera y conduce hasta el sendero en el interior del parque. No puedo sustraerme a su exploración y, aprovechando que a Charo le duele la rodilla, me preparo una pequeña mochila e, introduciéndome en una pequeña pista de cemento, me acerco al extremo del parque para recorrerlo en toda su amplitud. 

Paseando la vista por las paredes cuarteadas y observando los materiales arrastrados al fondo de las vaguadas junto al camino me sorprende encontrar gran variedad de troncos y ramas fosilizadas. Decido recoger alguna muestra y, mientras recorro el sendero, maduro una historia para esas piedras singulares que, miles de años atrás, fueron árbol. 

El Parque de los Cabezos


Se denomina Parque de los cabezos, una formación boscosa que se sitúa sobre una formación geológica del cuaternario. como se puede advertir en los relieves rugosos y estriados de coloración variada que van desde los amarillos hasta los rojos cobrizos, bordeando durante todo el recorrido un campo de golf de 27 hoyos. Nos dice el diccionario que un "cabezo" es una elevación natural del terreno de poca altura, aislada y generalmente redondeada. Aquí se aplica a terrenos de relieve árido y abrupto, acompañados por barrancos desmoronados.

Estos terrenos, asentados frente a la playa que hoy se denomina Islantilla eran tierras de Lepe dedicadas a la labranza con unas pocas fincas en la zona baja y barrancos en su parte alta. Inundables por las lluvias y las mareas altas durante los temporales, las fincas eran muy poco productivas y con frecuencia estaban abandonadas. La parte alta constaba de barrancos, pinar y montebajo, conocidos en la zona como «cabezos».


El Parque de los Cabezos conserva las características naturales de los antiguos cabezos dispone de un sendero peatonal y lineal que discurre bajo un cantil milenario, donde hace cientos de años rompían las olas del mar. En su recorrido bordea el campo del golf de Islantilla y pasa junto a un pequeño lago artificial. Dispone de varios accesos desde los puentes de madera que cruzan la carretera. Es un paseo muy agradable,  por la diversidad de colores, olores, sonidos ofrecidos por la variedad de fauna y flora presente en este espacio así como por  el contraste de los ocres en las cercanas paredes de piedra a un lado y el azul-verdoso intenso del mar en la lejanía. Ocasionalmente encontraremos algunos miradores y muy escasos bancos.

El clima, en esta zona, es de tipo mediterráneo (de transición entre el subtropical y el templado) con influencia atlántica. Su régimen de temperaturas es de tipo marítimo, con una media anual de 19,2º y recibiendo 2.972 horas de sol anuales. Por ello los inviernos no suelen ser muy fríos y los veranos, algo calurosos, suavizados por acción del océano.


La flora es la característica del bosque mediterráneo con algunas especies foráneas imortadas por intereses económicos u ornamentales. Podemos encontrar unos pocos alcornoques (Quercus suber), bastante pino piñonero (Pinus pinae) y pino marítimo o resinero (Pinus pinaste) introducidas en la zona para cubrir la gran demanda de madera por parte de la carpintería de ribera, actividad de gran auge a principios del siglo XX. Mezclados con los pinos nos encontramos con el eucalipto, del que se obtiene principalmente pasta de papel y esencias medicinales: Eucalyptus globulus y Eucalyptus camaldulensis. Entre la vegetación de matorral destaca la jara pringosa (Cistus ladanifer) de flor blanca y con una mancha púrpura en el centro de sus pétalos. Este es un arbusto muy importante pues tiene usos muy variados como la extracción del ládano (goma resinosa) para fijar el olor de los perfumes, utilizado por empresas france­sas de cierto renombre. El romero (Rosmarinus officinalis), el lentis­co (Pistacia lentiscus), la aulaga (Genista anglica), etc. son otros de los arbustos más abundantes ofreciendo al recorrido un colorido y olor muy espe­cial. A lo largo del recorrido veremos como la vegetación se va separando un poco del sendero para ocupar las laderas del cabezo y los fondos de los distintos regajos que existen, buscando la mayor humedad posible.

En cuanto a la fauna, se pueden observar erizos, ratones, conejos o el emblemático camaleón. A veces podremos observar en el terreno algunos huecos caracte­rísticos de las madrigueras de conejos y erizos. Las aves de este lugar también son varia­das, aunque su observación nos llevará algún tiem­po y paciencia. Entre las más abundantes podemos citar: la abubilla (Upapa epops), el rabilargo (Cyanopica cyanus), el mirlo (Turdus merula), el go­rrión (Passer domesticus) y alguna gaviota despis­tada de la playa.


Si las piedras hablasen: "Las piedras fósiles de Los Cabezos"



Hace mucho, muchísimo tiempo, en una era que los sabios llaman "Pleistoceno", un extraño ser de apariencia humana, paseaba precavido entre las frías estepas cerca de lo que hoy es Islantilla, en Huelva (España). El frío no era tan intenso como en tierra adentro donde a dos lunas de viaje en dirección a la estrella inmóvil, se llegaba a la barrera de hielo donde terminaban los gigantescos glaciares que cubrían casi toda Europa. El mar, cien metros por debajo de su nivel actual debido a la congelación de la cuarta parte de la superficie terrestre, tenía la costa a varios kilómetros de allí. La solitaria figura pasó por allí y lo hizo erguido sobre sus dos pies. Aquel "homo antecessor" tomó una rama particularmente recta de uno de los árboles cercanos y la cortó con su hacha. Apenas dejó unas huellas que rápidamente fueron borradas por la lluvia. Este homínido pionero, que había recorrido un largo camino desde el corazón del continente africano, desapareció después sin dejar apenas rastro. 

Cientos de miles de años después, sobre aquellas huellas desaparecidas se había acumulado una capa de polvo y tierra de más de cinco metros de espesor. Un día de hace 95.000 años los primitivos humanos de un clan de neandertales que recorría la llanura acampó en ese mismo punto. Construyeron con rapidez unas chozas con pieles y colmillos de mamut.No eran una protección muy eficaz pero les servirían mientras buscaban una cueva espaciosa. Arrancaron ramas e hicieron fuego. A la luz de las llamas se sintieron algo más protegidos frente a los tigres dientes de sable que merodeaban por los alrededores. Durante 60.000 años sus descendientes pasaron muchas veces por aquel lugar migrando paralelos a la costa según el clima y la caza evolucionaban con las terribles glaciacines. Hace 35.000 años llegó allí una nueva especie de hombre. Aquellos nuevos seres sorprendieron a los neandertales. Los individuos de "los otros" formaban tribus más numerosas y sus miembros no paraban de hablar. Además, para su particular irritación, sus costumbres resultaban escandalosas; pero eran muy eficientes en la búsqueda de alimentos y tenían una tecnología puntera que superaba, con mucho, la ancestral sabiduría de los viejos del clan. Los sucesivos enfrentamientos y la mejor capacidad adaptativa de los "homo sapiens", arrinconaron finalmente al último clan, en una estrecha franja muy cerca de este lugar. El último neandertal vivió -y murió  para siempre- no muy lejos de aquí, hace unos 28.000 años.

El paisaje, imperceptiblemente a sus ojos, se transformaba. Fue hace unos 12.000 años que sabios que estudian la historia de la tierra hablan de un nuevo capítulo que llaman "El Holoceno" y que aún no ha teminado, pues en los últimos años de la misma hemos nacido nosostros. Entonces se produjo un gran deshielo y los mares subieron su nivel más de 30 metros. El clima se hizo más cálido y "los hombres" (los descendientes de los "homo sapiens") empezaron a establecerse formando poblaciones fijas. Se lograron progresos revolucionarios como la domesticación de los lobos (el origen de los perros actuales), la reproducción programada de las semillas (la agricultura) o la fabricación de nuevas herramientas (como arcos, flechas, hachas, cuchillos, arpones, aparejos de pesca o piraguas). Se descubrió la forma de modelar y cocer el barro para fabricar cerámica y, más tarde, la gran curiosidad humana dio con la forma de extraer metales a partir de los minerales de su alrededor.  El "homo sapiens", ya sin la compañía de "los otros" (sus antiguos vecinos neandertales) aprendieron pronto a sacar partido de aquellas tierras bajas cercanas al río Piedras. Realizaban actividades de caza, pesca y recolección en los bosques mediterráneos que cubrían la zona. Partidas de caza recorrían frecuentemente los alrededores del actual Lepe y grupos de mujeres y niños recolectaban tubérculos y semillas en los bosques cercanos.

El mar estaba cerca. Los Cabezos, por entonces, no existían aún. La zona ocupaba aproximadamente el extremos occidental de una gran albufera en torno a la desembocadura del Guadalquivir llamada Lacus Ligsutinus habitada por el pueblo de los tartesos. El lugar de la actual Lepe lo formaba una extensa llanura ocupada por lagunas costeras y dunas, con vegetación de marismas y agua dulce. El mar estaba lejos aún y en la zona se acumulaba un barro oscuro formado por el fango y la materia orgánica aportada por los ríos. Cuando esa zona quedó sepultada por la arena empujada por el oleaje dejó, allí abajo, un tesoro geológico que hoy fascina a los geólogos y molesta a los turistas que pasean en invierno por la playa de Islantilla al toparse con lo que suponen lodos sucios provenientes de vertidos y mal estado del saneamiento público. En realidad, la erosión de la playa pone al descubierto las capas de fangos conservadas por miles de años procedentes de aquellos  lagos y la albufera que se colmataron y dejaron paso al perfil costero actual. 

Hace unos 11.000 años el nivel del mar comenzó a elevarse hasta que hace 6.000-5.500 años, cesó súbitamente de ascender hasta alcanzar el nivel actual. Luego, en una segunda fase se produjo la llegada de arena procedente de la erosión de los acantilados. Es decir, las olas se encargan del transporte y la sedimentación de la arena. Es entonces cuando nuestros fósiles quedaron enterrados y poco a poco, con paciencia de milenios, la cal disuelta en el agua desplazó una a una las moléculas de tallos y troncos enterrados. La presión de los sedimentos acumulados hicieron el resto para que se endureciera (aunque no mucho, son unos fósiles relativamente jóvenes y no han tenido oportunidades para consolidarse resultando un material inestable). Este proceso, continuo y progresivo, alterado ocasionalmente (en 14 ocasiones según señalan los estudiosos) por devastadores tsunamis. Tras cada uno de ellos la costa se transformaba , generando una nueva morfología.

Fue hace unos 3.200 años que los poblados costeros como Lepe comenzaron a comerciar con unos avezados navegantes que llegaron con sus naves bordeando la costa en navegación de cabotaje. No tardaron en establecer contacto con los nativos y construir un enclave que daría lugar a la actual población de Lepe en un pequeño valle junto al río Piedras. Apenas viajaron por el interior y se limitaron a establecer relaciones comerciales con los nativos. Otros pueblos de intrépidos navegantes arribaron a las costas cercanas. Se sucedieron púnicos (cartagineses) y romanos. Estos últimos vinieron para quedarse y construyeron en los alrededores fábricas de salazones donde producían además la popular "garun", una salsa de pescado muy apreciada.

Las comunidades hispano-romanas y visigóticas que sucedieron a la colonización romana se vieron sorprendidas en el año 711 por la invasión de un ejército árabe de 50.000 hombres que desembarcó en la cercana Cádiz. Durante más de 500 años, las tierras de Labb (que es como denominaban los árabes al actual territorio de Lepe) pertenecieron a la taifa de Niebla. En el siglo XIII, pasa a formar parte de la corona de Castilla, convirtiéndose en villa señorial, y es cedida a la orden del Temple hacia 1253. Disuelta la orden unos 60 años más tarde fue comprado junto con Ayamonte por doña María Coronel, pasando a engrosar los dominios de la casa de los Guzmanes, posteriores señores de Niebla, bajo cuya jurisdicción estuvo hasta mediados del siglo XV. Tras un largo período de querellas familiares, fue cedido junto con Ayamonte y La Redondela por don Juan Alonso de Guzmán, I duque de Medina Sidonia, a su hija doña Teresa de Guzmán como dote de casamiento con don Pedro de Zúñiga, conformándose de este modo el marquesado de Ayamonte, a cuya trayectoria estará unido históricamente Lepe hasta el primer tercio del siglo XIX, al ser abolidos los señoríos jurisdiccionales.En esa época juega un importante papel en el descubrimiento de América. Los marineros leperos tuvieron un gran protagonismo tanto en los viajes descubridores que nuestros vecinos portugueses realizaron por las costas africanas, así como en los viajes colombinos o en las expediciones que se dirigieron hacia esos mismos lugares, como el caso de Juan Díaz de Solís, descubridor del río de la Plata, cuyas embarcaciones se fletaron en el puerto lepero del Terrón. En el siglo XIV estas tierras eran conocidas por su comercio de vinos con Inglaterra. La gran riqueza de estas tierras traspasó fronteras, con el comercio de higos y fresas hacia Europa.

Hoy, en la larga franja de arena de la playa entre Lepe e Isla Cristina, se ha construido una moderna urbanización para el turismo de lujo. A apenas 500 metros desde la línea de playa se ha mantenido en su estado original un parque en el lugar al que antiguamente los lugareños llamaban "Los Cabezos". Los terrenos cercanos, con una pocas fincas dedicadas a una labranza apenas productiva en la zona baja, fueron urbanizados y los barrancos de su parte alta que resultaban inundadas por las lluvias y las mareas altas durante los temporales se conservaron como zona natural atravesados por una pista cementada. En los barrancos de Los Cabezos, entre pinares y monte bajo, asoman piedras en las que podemos leer una historia de flujo y reflujo marino, de dramáticos maremotos y, con un poco de imaginación, retazos de vida de los hombres que la poblaron.


NOTA: Aunque he procurado documentarme en lo posible, estoy seguro de que habré incurrido en errores debido a las prisas y la necesidad de novelar en parte este escrito. Pico perdón por los errores que haya  podido cometer. Si el lector, buen conocedor de la historia, descubre algún error de bulto, le ruego que me lo comunique y lo rectificaré lo antes posible. 

lunes, 27 de agosto de 2018

Crónicas del verano: "Efecto de primacía"



Tenemos incluidas todas las comidas en el "Ohtel". Nos hemos preocupado de echar un vistazo a las referencias publicadas en varios portales de viajes de la red para saber a qué atenernos (por opinión ajena). Varias personas se quejan de que la comida, sin ser mala, resulta repetitiva y sin la sabrosura de los restaurantes u otros hoteles de cuatro estrellas. Así que estamos a la espectativa cuando entramos al comedor. Hay cola para la entrada y eso incomoda un poco al personal que ha pagado sus buenos euros por ahorrarse cualquier molestia. Finalmente entramos y nos instalamos en una mesa provista de dos pequeños manteles (reutilizables y -espero- lavados para cada ocasión). Está montada con su servilleta de tela (a veces fueron de papel) y el servicio de tenedores. La bebida (también incluída, menos mal) hay que solicitarla a alguno de los camarenos/as que son todo los solícitos que la demanda de comensales les permite. Pido una cerveza y me traen una caña en una copa pequeña. He de pedir otra al poco. Luego me doy cuenta de que se puede solicitar una jarra de medio litro. Será mi bebida la mayor parte de los días, pues el vino (de la casa) no es muy bueno. El comendo interior resulta demasiado ruidoso y el trajín estresa un poco. Decidimos que, en adelante, intentaríamos encontrar sitio en uno exterior mucho más tranquilo. 

El recorrido por el bufé nos ofrece bastante variedad, claro que más del 50% son productos que se repiten en todas las comidas: verduras para las ensaladas personalizadas, gazpachos, zumos, pan, pizza, salchichas... Las paellas y fideuas (de las que siempre hay alguna) son manifiestamente mejorables. Es común encontrar guisos de pollo, cerdo, conejo o ternera. El plato estrella, para los gourmet, son los productos frescos elaborados a la plancha (pescados, filetes, espetones, barbacoa...)  pero con productos de mediana calidad. Cada noche, aparte de lo comunmente ofrecido, hay algunas especialidades temáticas (italiana, mejicanas, "mariscada"...) Precisamente la mariscada es la noche del viernes (día de entrada para los que contratan una semana de estancia). Ese día puedes ponerte morado de marisco, aunque de las especies más económicas: las almejas serán del pacífico, los mejillones pequeños y de la costa cercana, las navajas no serán muy frescas, el pulpo será más bien potón, los langostinos de Cabo Verde o caladero similar... Al final opino que tendrían un destino más adecuado como tropezones de una buena paella. de Con todo, el huésped, se queda con una buena impresión. Funciona el "efecto de primacía" donde el viajero guardará buenos recuerdos de esta primera cena de luminosa mariscada, dejando ensombrecidas las pizzas regulares, los tacos insulsos o los morunos resecos. Así que nos atiborramos de mariscos. Claro que preparar estos crustáceos a mogollón hacen que pierdan calidad y matices.

Como buena parte de las críticas de los viajeros se refieren a la comida me permito incluir la respusta de su director a los comentaristas de tripadvisor hace cuatro días:

"Respecto a la comida de nuestro bufé, seguimos una rueda de menú que incluye más de 80 diferentes productos en cada servicio. Estación de ensaladas y encurtidos con 35 diferentes referencias, estación de bufé infantil, plancha de carne, plancha de pescado, barbacoa exterior con una pieza adicional de carne o pescado hechas al momento, zona de sopas y cremas, área de platos calientes y fritos hasta el bufé de postres elaborados por nuestra propia pastelería. Todo esto sin contar rincones adicionales que podemos montar, tales como zona de gazpacho, ensaladas frías.... Y como no, nuestras 3 noches temáticas a la semana, Lunes, Española, Miércoles Italiana y Viernes Gala. En todas ellas se ofrecen adicionalmente rincones con platos de las regiones mencionadas elaborados por nuestro equipo de cocina.
Saludos cordiales,
Miquel A. CandialDirección Ohtels Islantilla"

Al final, después de un periodo de dos o tres días de pruebas, cada cual elige los platos que le apetecen y las cantidades que puede digerir sin empacharse. Nosotros terminamos acudiendo de forma asidua a la fruta, los zumos naturales, el gazpacho y los alimentos a la plancha. Del resto prescindimos.

domingo, 26 de agosto de 2018

Crónicas del verano: Flores marchitas


No puedo evitar admirar el esplendor, la belleza extraordinaria de los cuerpos nuevos, de las jóvenes y adolescentes que son plenitud o promesa de hermosura y gracia de movimientos. Pasan a mi lado entre el rubor o la altivez  y no puedo evitar compararlas con otros cuerpos femeninos que, con la edad, se alejan rápidamente de estos patrones. Sin terminar de reconocerlo se visten aún con ropas ajustadas, con vestidos insinuantes. El tiempo les ha sorprendido entre dos miradas en el espejo y en la segunda no se han reconocido. En su retina, que no en la nuestra, aún conservan la silueta de sus años jóvenes como conservan también aquellos vestidos en los armarios. Un día, cuando enciendan la luz de la madurez, no les quedará más remedio que renovar el ropero:

- ¡Dios mío. Estoy haciendo el ridículo con esta ropa!

sábado, 25 de agosto de 2018

Crónicas del verano: ¡Vamos, vamos, vamos...!


¡Pi, pi, piiiii! Suena el silbato en la playa. Una pareja (marido y mujer) recorre la playa vendiendo aperitivos ligeros y refrescos.

- !Vamos, vamos, vamos...!
- ¡La cerveeeeeza...!
- ¡El agua frescaaaaa...!
- ¡Vamos, la cerveza...!

La ilusión de una playa tranquila rota por el desasosegante de los vendedores playeros que arrastran la carretilla entre las sombrillas. La carretilla hunde la rueda en la arena bajo el  peso de un cubeto negro de basura apañado como nevera. Un capa descarnada de poliuretano recubre, como lepra amarilla, el cutre recipiente. No puedo evitar pensar en los avisos de los medios alertando de los peligros de consumir productos de espontáneos de la restauración: contaminación fecal, infecciones, suciedad... Me  pregunto cuántas veces limpiarán su cubeto o renovarán el agua que refresca los sucesivos botes..
   
Al poco rato aparece otro vendedor solitario con infraestructura similar, pero reclamo más discreto. Este apenas grita y no usa silbato.  Descubro poco después que todos los vendedores de esta zona son familia. Se saludan efusivamente y se presentan alternativamente a los mutuos conocidos.  ¡Vaya, parece que tienen la franquicia del negocio!

Resignado vuelvo a sumergirme en la lectura de mi ebook.  Filipo de Pela, "El macedonio", pelea contra el ejército Ilirio...¡Pi, pi, piiiii! !Vamos, vamos, vamos...! ¡La cerveeeeeza...!

miércoles, 22 de agosto de 2018

Crónicas del verano: Hormigón en la arena


Paseo por la playa de La Antilla, en Lepe, y me encuentro entre la hilera de coquetas casitas de pescadores este mastodonte hormigonado. Es una imagen antiestética y chocante entre la uniformidad de viviendas bajas y encaladas que se posicionan frente a la playa. Las palabras pintadas en su fachada marítima nos sugieren que el edificio permanece abandonado desde hace 35 años y se ha convertido en el refugio de yonkis y camellos. Es tal el contraste que uno siente curiosidad por entender cómo se ha producido y perdura este desaguisado urbanístico y se toma la molestia de investigar un poco esta situación. Está uno sensibilizado hace tiempo sobre el profuso hormigonado de nuestras costas, el vallado infinito de nuestras tierras y la privatización de los espacios, de los bienes, del agua (y del aire, que no tardaremos). Así que con la localización y las sugerencias de las pintadas realizo una búsqueda en google. Estos son los resultados que comento. 

Si nos atenemos a lo que dice el cartel, harían ya unos 37 años (hacia 1981) que se iniciaron las obras del edificio. Parece que esta ambiciosa construcción (dos alturas y terraza coronada por una piscina exterior de la que asoman aún las escaleras) que supera en un piso todas las casas de la línea de playa fue expropiada por la ley de costas en 2005. Desde ese año, suelo y construcción, pertenecerían al Estado según puede consultarse en el Registro de la  Propiedad, finca nº 8035). El estado del inmueble está muy deteriorado, con riesgo grave para la seguridad por desprendimientos, oxidación de armaduras, pérdidas de hormigón, etc. La imagen urbanística es pésima por su volumen, escala, grafitis y abandono. A la obra, inacabada desde hace más de tres décadas, ha tenido acceso en estos años todo tipo de personas alguna muy conflictivas: yonkis, camellos, manteros... incluso existen denuncias de "violencia de género" en su interior. Los intentos de cerrar accesos y tapiar han resultado inútiles: se abrieron nuevos boquetes y el edificio se convirtió en almacén de manteros (en el mejor de los casos) y en "cagadero" y "meadero" público. El lugar está lleno de basuras y escombros siendo un peligro para la salud. Los vecinos se quejan de la existencia de ratas, malos olores y la presencia de maleantes...  

Resulta chocante que la presión de una inmensa mayoría de gente y la evidencia de este desastre y ruina urbanística no hayan logrado su demolición. Este ha sido uno de los deberes que se proponían siempre los sucesivos equipos de ayuntamientos  que han gobernado el municipio sin que hayan obtenido resultados. ¿Qué habría que hacer para acabar con situaciones como esta?

En el presente caso se han movilizado en los últimos años algunas plataformas para exigir su demolición. Existe una petición en Change,org pidiendo su demolición y un perfil abierto en facebook sobre el tema. E igualmente una plataforma para denunciar la situación (hemos encontrado que la página está fuera de servicio, pero puedes acceder al contenido caché guardado por google aquí).

Yo sigo mi pase playero. Quizá cuando sea un jubilado setentón y en mis vacaciones camine por esta  playa con la gorrita protegiendo mi calvicie del sol, eche una miradita a mi izquierda y vea todavía el gris mastodonte que me mira, cadavérico pero insepulto, riéndose de mí en una mueca descarnada de hormigón.

domingo, 19 de agosto de 2018

Crónicas del verano: Salmontes muertos y delfines


En nuestro paseo matinal por la playa, hoy elegimos seguir costa por la izquierda. El paraje nos resultaba familiar posiblemente ya hubiéramos paseado por esa zona en años anteriores. Con seguridad lo habíamos hecho por el paseo marítimo pues  llegamos  una pequeña ermita que reconocimos así como uno de los pequeños restaurantes que la circundan. Así que, al tranquilo paso de Charo que tiene lesionada  la rodilla y no anda bien, recorrimos la extensa franja de playa paralela al barrio pesquero de Lepe. A nuestra izquierda, como a unos 100 metros, arrancaba la poblacion desde las casitas de pescadores y de tanto en tanto, la playa abría un canal flanqueado con boyas amarillas para el paso de las embarcaciones de pesca o las deportivas. Al fondo, un centenar de metros mar adentro, podía verse un parque acuático a base de castillos inflables con toboganes, piscinas y plataformas para lanzarse al agua. En un tramo de la playa me extrañó ver en la orilla muchos peces muertos, incluso algún calamar. Instantáneamente pensé en los efectos de la contaminación y sentí una mezcla de pena e indignación. Se lo comenté a Charo y mantuvimos una pequeña charla de contenido ecologista durante un rato. A los pocos metros dejamos de divisar los pequeños cadáveres que empezaban ya a hinchar su abdomen al sol.
De vuelta por esa zona, nos extrañó la excitación de los paseantes que miraban al mar asombrados. No tardamos en descubrir entre las olas, muy próximos a la orilla, un grupo de delfines nadando con sus aletas emergiendo sobre el agua  y saltando con la gracia y agilidad que les caracteriza.

- ¡Delfines!, grité a Charo señalando esos  mamíferos acuáticos tan bellos entre las olas, bajo una nube de gaviotas.

Conmovidos permanecimos un rato observando sus evoluciones tan cerca de nosotros que invitaban a saltar al agua y  unirnos a ellos. Un pescador, al ver la gente pasmada ante el espectáculo, se acercó ala playa y cogiendo uno de los peces muertos en la orilla lo lanzó hacia el grupo. Enseguida un delfín se aproximó y, con un salto majestuoso, se sumergió en busca del bocado que le ofrecían. Entonces comprendí. Los peces de la orilla eran capturas arrojadas allí por los pescadores ya  por ser muy pequeñas, o de especies sin interés o por que se les hubieran escapado al descargar las redes... Y los delfines (y las numerosas gaviotas) se apostaban a la espera de conseguir con comodidad y abundancia una comida regalada.

Tras unos minutos, el grupo de delfines, se internó de nuevo en alta mar. Desilusionados por no poder disfrutar más de su presencia, continuamos nuestro paseo. Bien es cierto que un delfín invita al optimismo.



   

viernes, 17 de agosto de 2018

Crónicas del verano: El Show


Fue una de esas noches sin plan alguno. De pasada, sobre una pared en la entrada del comedor, estaban anunciados los espectáculos de la semana. Ese sábado actuaba SCAPE, una  pareja que realizaba un sohw con apariencia humorística al estilo de Tricicle.

Decidimos ir y tomarnos la copa (un gintónic, de todo incluido) viendo su actuación. Hay que decir que el salón del hotel (el de animación para los clientes, pues disponía de otro más espacioso y formal para eventos y celebraciones) está en la primera planta y tienen los techos bajos, esto le priva de espectacularidad y lo hace incómodo -especialmente para quienes actúan-. Nos acomodamos en unas butacas con mesita y nos entretuvimos con el programa de animación que Yoanna (Yoyo, para los conocidos) dirigía acompañada de Ismael (?) vestido de payaso. Enternecido, se me saltaban las lágrimas ante la maña y el arte de la animadora para con los niños,  que disfrutaban y participaban sin complejos. Después anunciaron el incio del "Show".

Con una dinámica circense la pareja de artistas fue desglosando su programa en un ambiente distendido, permitiéndose a veces pequeños errores ya que los números eran realmente difíciles. Desde malabares con cinco y seis mazas, equilibrios en mesas inestables, balanceos con rodillos, estabilidad con múltiples platos giratorios... A veces solicitaban la participación de algún espectador para realizar sencillos trucos dejándoselo muy fácil. Uno de ellos era especialista en malabares y creaba vistosos números con bolos luminosos, mientras el otro, experto en equilibrios, ejecutaba sus números dentro de la apretura del samwich suelo-techo, con mínimo margen y muchas veces teniendo que encogerse o, directamente, "pisar" el techo. Para los peques habían diseñado un espectáculo con túneles flexibles que aparentaban la forma de un gusano con cinco extremidades. Era una visión tan "extraterrestre" que algunos niños huyeron asustados, mientras que otros se lo pasaban genial con los sustos y acercamientos del "monstruo".

Sorprendidos, pasamos la actuación embobados con el trabajo de los artistas. Todo un show circense en un ohtels (perdón "hotel") familiar. Quizá lejos de la espectacularidad de la carpa y de la magia del circo; en un ambiente mucho más humilde y vulgar; pero con la misma maestría y las ganas de resultar familiares y entrañables.

jueves, 16 de agosto de 2018

Crónicas del verano: Animación


Me fascina la pareja encargada de la animación infantil, especialmente la joven, toda Andalucía hecha carne. Interacciona a la perfección con la chiquillería: reparte sonrisas, declara confianza con sus miradas, ofrece seguridad con mínimos gestos inconscientes, tranquiliza con leves caricias... Y los niños la reconocen y aceptan, la siguen entusiasmados como al viejo Hamelín. Después en la función infantil dirige sencillas coreografías que los niños aprenden con facilidad. Hasta consigue que se unan los mayores de buena gana al final. Y ella, todo movimiento y miradas y sonrisas... toma el micrófono brevemente para animar:
"¡Un, dos, tres:
música disjey!"
El gozoso público infantil, que ya se ha aprendido la consigna, la corea con entusiasmo.

Me quito el sombrero ante esta profesional que trabaja (casi podríamos decir que juega) de una forma tan natural. ¡Cuánto me recuerda las jóvenes maestras de Educación Infantil del cole! Le comento a Charo que en las nuevas oposiciones deberían incluir una prueba de animación que hay maestros y maestras muy sosos...

miércoles, 15 de agosto de 2018

Cónicas del verano: El niño del bólido


El niño del bólido circula por los pasillos de la cafetería junto a las mesas a velocidad diabólica. Nadie del personal del hotel quiere fijarse, pero yo me preocupo...¿y si se lleva por delante a alguno de los niños de 2 ó 3 años que corretean jugando a alejarse de sus papás? ¿Y si chocan con alguna persona mayor o alguien impedido de los varios que usan silla de ruedas en el hotel? La verdad es que el jovenzuelo (y temerario) piloto conduce de maravilla manejando con precisión las palancas laterales del bólido, pero... ¿cómo podría evitar un choque al pie de una de las escaleras o en la boca  de algún pasillo o a la salida de alguna puerta? No quiero pensar en el susto (lo mínimo) de alguien que es atropellado por la espalda o que resulta pisado por las veloces ruedas.

Un par de minutos después, tras recorrer el improvisado circuito como una exhalación, se frena ante la puerta que da a la piscina y recoge en un pis-pas su sofisticado triciclo. Pliega las palancas y lo lleva, arrastrando como si fuera una  maleta con ruedas, hacia la zona de las hamacas donde le esperan sus padres. Posiblemente alguien le ha recriminado el libertinaje de su conducta y vaya a quejarse a sus padres. Estos le pedirán que no lo use dentro del hotel:
- No uses el hoverkart allí dentro, hijo, que hay mucho intolerante...

martes, 14 de agosto de 2018

Cónicas del verano: La flor

A las mujeres les regalan una flor. No es envidia, pero ... ¿por qué regalar solo a las mujeres?
Y sé que el detalle es simpático y me predispone favorablemente al equipo de animación del hotel que es quién se encarga de repartir el bonito regalo, pero ¿no es un detalle machista más?

lunes, 13 de agosto de 2018

Cónicas del verano: La sacarina


Estamos terminando la cena, sentados en una mesita del comedor al aire libre. En la mesa de al lado una pareja se levanta y se dirije a la cafetería. Poco después, somos nosotros los que acudimos a tomarnos un café y, de nuevo, nos sentamos por casualidad a su lado. El hombre viene con dos cafés y  los posa en la mesa. La mujer coge el sobre del azúcar y le dice a su pareja: - Ya sabes que no tomo azúcar, que engorda, ¿por qué no has pedido sacarina? Yo me quedo asombrado, recuerdo que cenó un gran plato con muchas variedades calóricas del buffete, luego zampó un postre de chocolate y al final helado, un platito de chuches tipo dedos y gelatina. ¿Y ahora se pone controladora con el mínimo sobrecito de glucosa?