martes, 4 de septiembre de 2018

Crónicas del verano: Conchas



La gente mira sorprendida mis manos que abrazan ya, cada una,  media docena de conchas, de ostras, de veneras... Nadie se lo imagina, pero yo tengo en mente la construcción de unos hermosos bonsais con pequeñas plantas cultivadas en las conchas. Habré de perforar un hueco en el fondo, para que pase el tallo, pero semienterradas en la arena semejarán un diminuto jardín japonés.

Claro que más se extrañan aún cuando me ven rodilla en tierra llenando una bolsa con grava de la playa formada por diminutos trocitos de concha multicolores que el mar arroja a la orilla durante el reflujo de las mareas. Va a quedar preciosas cuando siembre pequeños cactus o tallos herbáceos semejando pequeños cañaverales en su centro.

Y más se asombrarían si me vieran, en los días siguientes, visitar los cementerios y buscar en los contenedores donde los allegados que visitan las tumbas de sus parientes dejan las viejas macetas,  pues es de ahí, de esos materiales de desecho, de donde me gusta crear mis pequeñas obras de arte..

Muchos se pasmarán al verme después rebajar con la radial la altura de esos cuencos de terracota para formar un recipiente que apenas se eleve sobre el suelo. Serán pequeños bonsais con mucha historia.

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