jueves, 30 de agosto de 2018

Crónicas del verano: Sorpresa geológica en el cercano parque de "Los Cabezos"


Justo enfrente de la entrada al "Ohtels Islantilla" se adivina un estrecho parque ocupando la franja que dejan los antiguos cantiles de la costa y que han sido respetados (o evitados)  por la rapacidad urbanizadora de la primera linea de playa. A los pies de las paredes y cárcavas pardo-rojizas se adivina un camino que recorre este parque que llaman "De los Cabezos" y que, en algo menos de 3 km. te lleva desde La Avenida de las Cumbres paralelo a la A-5054 hasta el Paseo de la Chirina. Desde la habitación del hotel se divisa justo enfrente la pasarela de madera que cruza la carretera y conduce hasta el sendero en el interior del parque. No puedo sustraerme a su exploración y, aprovechando que a Charo le duele la rodilla, me preparo una pequeña mochila e, introduciéndome en una pequeña pista de cemento, me acerco al extremo del parque para recorrerlo en toda su amplitud. 

Paseando la vista por las paredes cuarteadas y observando los materiales arrastrados al fondo de las vaguadas junto al camino me sorprende encontrar gran variedad de troncos y ramas fosilizadas. Decido recoger alguna muestra y, mientras recorro el sendero, maduro una historia para esas piedras singulares que, miles de años atrás, fueron árbol. 

El Parque de los Cabezos


Se denomina Parque de los cabezos, una formación boscosa que se sitúa sobre una formación geológica del cuaternario. como se puede advertir en los relieves rugosos y estriados de coloración variada que van desde los amarillos hasta los rojos cobrizos, bordeando durante todo el recorrido un campo de golf de 27 hoyos. Nos dice el diccionario que un "cabezo" es una elevación natural del terreno de poca altura, aislada y generalmente redondeada. Aquí se aplica a terrenos de relieve árido y abrupto, acompañados por barrancos desmoronados.

Estos terrenos, asentados frente a la playa que hoy se denomina Islantilla eran tierras de Lepe dedicadas a la labranza con unas pocas fincas en la zona baja y barrancos en su parte alta. Inundables por las lluvias y las mareas altas durante los temporales, las fincas eran muy poco productivas y con frecuencia estaban abandonadas. La parte alta constaba de barrancos, pinar y montebajo, conocidos en la zona como «cabezos».


El Parque de los Cabezos conserva las características naturales de los antiguos cabezos dispone de un sendero peatonal y lineal que discurre bajo un cantil milenario, donde hace cientos de años rompían las olas del mar. En su recorrido bordea el campo del golf de Islantilla y pasa junto a un pequeño lago artificial. Dispone de varios accesos desde los puentes de madera que cruzan la carretera. Es un paseo muy agradable,  por la diversidad de colores, olores, sonidos ofrecidos por la variedad de fauna y flora presente en este espacio así como por  el contraste de los ocres en las cercanas paredes de piedra a un lado y el azul-verdoso intenso del mar en la lejanía. Ocasionalmente encontraremos algunos miradores y muy escasos bancos.

El clima, en esta zona, es de tipo mediterráneo (de transición entre el subtropical y el templado) con influencia atlántica. Su régimen de temperaturas es de tipo marítimo, con una media anual de 19,2º y recibiendo 2.972 horas de sol anuales. Por ello los inviernos no suelen ser muy fríos y los veranos, algo calurosos, suavizados por acción del océano.


La flora es la característica del bosque mediterráneo con algunas especies foráneas imortadas por intereses económicos u ornamentales. Podemos encontrar unos pocos alcornoques (Quercus suber), bastante pino piñonero (Pinus pinae) y pino marítimo o resinero (Pinus pinaste) introducidas en la zona para cubrir la gran demanda de madera por parte de la carpintería de ribera, actividad de gran auge a principios del siglo XX. Mezclados con los pinos nos encontramos con el eucalipto, del que se obtiene principalmente pasta de papel y esencias medicinales: Eucalyptus globulus y Eucalyptus camaldulensis. Entre la vegetación de matorral destaca la jara pringosa (Cistus ladanifer) de flor blanca y con una mancha púrpura en el centro de sus pétalos. Este es un arbusto muy importante pues tiene usos muy variados como la extracción del ládano (goma resinosa) para fijar el olor de los perfumes, utilizado por empresas france­sas de cierto renombre. El romero (Rosmarinus officinalis), el lentis­co (Pistacia lentiscus), la aulaga (Genista anglica), etc. son otros de los arbustos más abundantes ofreciendo al recorrido un colorido y olor muy espe­cial. A lo largo del recorrido veremos como la vegetación se va separando un poco del sendero para ocupar las laderas del cabezo y los fondos de los distintos regajos que existen, buscando la mayor humedad posible.

En cuanto a la fauna, se pueden observar erizos, ratones, conejos o el emblemático camaleón. A veces podremos observar en el terreno algunos huecos caracte­rísticos de las madrigueras de conejos y erizos. Las aves de este lugar también son varia­das, aunque su observación nos llevará algún tiem­po y paciencia. Entre las más abundantes podemos citar: la abubilla (Upapa epops), el rabilargo (Cyanopica cyanus), el mirlo (Turdus merula), el go­rrión (Passer domesticus) y alguna gaviota despis­tada de la playa.


Si las piedras hablasen: "Las piedras fósiles de Los Cabezos"



Hace mucho, muchísimo tiempo, en una era que los sabios llaman "Pleistoceno", un extraño ser de apariencia humana, paseaba precavido entre las frías estepas cerca de lo que hoy es Islantilla, en Huelva (España). El frío no era tan intenso como en tierra adentro donde a dos lunas de viaje en dirección a la estrella inmóvil, se llegaba a la barrera de hielo donde terminaban los gigantescos glaciares que cubrían casi toda Europa. El mar, cien metros por debajo de su nivel actual debido a la congelación de la cuarta parte de la superficie terrestre, tenía la costa a varios kilómetros de allí. La solitaria figura pasó por allí y lo hizo erguido sobre sus dos pies. Aquel "homo antecessor" tomó una rama particularmente recta de uno de los árboles cercanos y la cortó con su hacha. Apenas dejó unas huellas que rápidamente fueron borradas por la lluvia. Este homínido pionero, que había recorrido un largo camino desde el corazón del continente africano, desapareció después sin dejar apenas rastro. 

Cientos de miles de años después, sobre aquellas huellas desaparecidas se había acumulado una capa de polvo y tierra de más de cinco metros de espesor. Un día de hace 95.000 años los primitivos humanos de un clan de neandertales que recorría la llanura acampó en ese mismo punto. Construyeron con rapidez unas chozas con pieles y colmillos de mamut.No eran una protección muy eficaz pero les servirían mientras buscaban una cueva espaciosa. Arrancaron ramas e hicieron fuego. A la luz de las llamas se sintieron algo más protegidos frente a los tigres dientes de sable que merodeaban por los alrededores. Durante 60.000 años sus descendientes pasaron muchas veces por aquel lugar migrando paralelos a la costa según el clima y la caza evolucionaban con las terribles glaciacines. Hace 35.000 años llegó allí una nueva especie de hombre. Aquellos nuevos seres sorprendieron a los neandertales. Los individuos de "los otros" formaban tribus más numerosas y sus miembros no paraban de hablar. Además, para su particular irritación, sus costumbres resultaban escandalosas; pero eran muy eficientes en la búsqueda de alimentos y tenían una tecnología puntera que superaba, con mucho, la ancestral sabiduría de los viejos del clan. Los sucesivos enfrentamientos y la mejor capacidad adaptativa de los "homo sapiens", arrinconaron finalmente al último clan, en una estrecha franja muy cerca de este lugar. El último neandertal vivió -y murió  para siempre- no muy lejos de aquí, hace unos 28.000 años.

El paisaje, imperceptiblemente a sus ojos, se transformaba. Fue hace unos 12.000 años que sabios que estudian la historia de la tierra hablan de un nuevo capítulo que llaman "El Holoceno" y que aún no ha teminado, pues en los últimos años de la misma hemos nacido nosostros. Entonces se produjo un gran deshielo y los mares subieron su nivel más de 30 metros. El clima se hizo más cálido y "los hombres" (los descendientes de los "homo sapiens") empezaron a establecerse formando poblaciones fijas. Se lograron progresos revolucionarios como la domesticación de los lobos (el origen de los perros actuales), la reproducción programada de las semillas (la agricultura) o la fabricación de nuevas herramientas (como arcos, flechas, hachas, cuchillos, arpones, aparejos de pesca o piraguas). Se descubrió la forma de modelar y cocer el barro para fabricar cerámica y, más tarde, la gran curiosidad humana dio con la forma de extraer metales a partir de los minerales de su alrededor.  El "homo sapiens", ya sin la compañía de "los otros" (sus antiguos vecinos neandertales) aprendieron pronto a sacar partido de aquellas tierras bajas cercanas al río Piedras. Realizaban actividades de caza, pesca y recolección en los bosques mediterráneos que cubrían la zona. Partidas de caza recorrían frecuentemente los alrededores del actual Lepe y grupos de mujeres y niños recolectaban tubérculos y semillas en los bosques cercanos.

El mar estaba cerca. Los Cabezos, por entonces, no existían aún. La zona ocupaba aproximadamente el extremos occidental de una gran albufera en torno a la desembocadura del Guadalquivir llamada Lacus Ligsutinus habitada por el pueblo de los tartesos. El lugar de la actual Lepe lo formaba una extensa llanura ocupada por lagunas costeras y dunas, con vegetación de marismas y agua dulce. El mar estaba lejos aún y en la zona se acumulaba un barro oscuro formado por el fango y la materia orgánica aportada por los ríos. Cuando esa zona quedó sepultada por la arena empujada por el oleaje dejó, allí abajo, un tesoro geológico que hoy fascina a los geólogos y molesta a los turistas que pasean en invierno por la playa de Islantilla al toparse con lo que suponen lodos sucios provenientes de vertidos y mal estado del saneamiento público. En realidad, la erosión de la playa pone al descubierto las capas de fangos conservadas por miles de años procedentes de aquellos  lagos y la albufera que se colmataron y dejaron paso al perfil costero actual. 

Hace unos 11.000 años el nivel del mar comenzó a elevarse hasta que hace 6.000-5.500 años, cesó súbitamente de ascender hasta alcanzar el nivel actual. Luego, en una segunda fase se produjo la llegada de arena procedente de la erosión de los acantilados. Es decir, las olas se encargan del transporte y la sedimentación de la arena. Es entonces cuando nuestros fósiles quedaron enterrados y poco a poco, con paciencia de milenios, la cal disuelta en el agua desplazó una a una las moléculas de tallos y troncos enterrados. La presión de los sedimentos acumulados hicieron el resto para que se endureciera (aunque no mucho, son unos fósiles relativamente jóvenes y no han tenido oportunidades para consolidarse resultando un material inestable). Este proceso, continuo y progresivo, alterado ocasionalmente (en 14 ocasiones según señalan los estudiosos) por devastadores tsunamis. Tras cada uno de ellos la costa se transformaba , generando una nueva morfología.

Fue hace unos 3.200 años que los poblados costeros como Lepe comenzaron a comerciar con unos avezados navegantes que llegaron con sus naves bordeando la costa en navegación de cabotaje. No tardaron en establecer contacto con los nativos y construir un enclave que daría lugar a la actual población de Lepe en un pequeño valle junto al río Piedras. Apenas viajaron por el interior y se limitaron a establecer relaciones comerciales con los nativos. Otros pueblos de intrépidos navegantes arribaron a las costas cercanas. Se sucedieron púnicos (cartagineses) y romanos. Estos últimos vinieron para quedarse y construyeron en los alrededores fábricas de salazones donde producían además la popular "garun", una salsa de pescado muy apreciada.

Las comunidades hispano-romanas y visigóticas que sucedieron a la colonización romana se vieron sorprendidas en el año 711 por la invasión de un ejército árabe de 50.000 hombres que desembarcó en la cercana Cádiz. Durante más de 500 años, las tierras de Labb (que es como denominaban los árabes al actual territorio de Lepe) pertenecieron a la taifa de Niebla. En el siglo XIII, pasa a formar parte de la corona de Castilla, convirtiéndose en villa señorial, y es cedida a la orden del Temple hacia 1253. Disuelta la orden unos 60 años más tarde fue comprado junto con Ayamonte por doña María Coronel, pasando a engrosar los dominios de la casa de los Guzmanes, posteriores señores de Niebla, bajo cuya jurisdicción estuvo hasta mediados del siglo XV. Tras un largo período de querellas familiares, fue cedido junto con Ayamonte y La Redondela por don Juan Alonso de Guzmán, I duque de Medina Sidonia, a su hija doña Teresa de Guzmán como dote de casamiento con don Pedro de Zúñiga, conformándose de este modo el marquesado de Ayamonte, a cuya trayectoria estará unido históricamente Lepe hasta el primer tercio del siglo XIX, al ser abolidos los señoríos jurisdiccionales.En esa época juega un importante papel en el descubrimiento de América. Los marineros leperos tuvieron un gran protagonismo tanto en los viajes descubridores que nuestros vecinos portugueses realizaron por las costas africanas, así como en los viajes colombinos o en las expediciones que se dirigieron hacia esos mismos lugares, como el caso de Juan Díaz de Solís, descubridor del río de la Plata, cuyas embarcaciones se fletaron en el puerto lepero del Terrón. En el siglo XIV estas tierras eran conocidas por su comercio de vinos con Inglaterra. La gran riqueza de estas tierras traspasó fronteras, con el comercio de higos y fresas hacia Europa.

Hoy, en la larga franja de arena de la playa entre Lepe e Isla Cristina, se ha construido una moderna urbanización para el turismo de lujo. A apenas 500 metros desde la línea de playa se ha mantenido en su estado original un parque en el lugar al que antiguamente los lugareños llamaban "Los Cabezos". Los terrenos cercanos, con una pocas fincas dedicadas a una labranza apenas productiva en la zona baja, fueron urbanizados y los barrancos de su parte alta que resultaban inundadas por las lluvias y las mareas altas durante los temporales se conservaron como zona natural atravesados por una pista cementada. En los barrancos de Los Cabezos, entre pinares y monte bajo, asoman piedras en las que podemos leer una historia de flujo y reflujo marino, de dramáticos maremotos y, con un poco de imaginación, retazos de vida de los hombres que la poblaron.


NOTA: Aunque he procurado documentarme en lo posible, estoy seguro de que habré incurrido en errores debido a las prisas y la necesidad de novelar en parte este escrito. Pico perdón por los errores que haya  podido cometer. Si el lector, buen conocedor de la historia, descubre algún error de bulto, le ruego que me lo comunique y lo rectificaré lo antes posible. 

lunes, 27 de agosto de 2018

Crónicas del verano: "Efecto de primacía"



Tenemos incluidas todas las comidas en el "Ohtel". Nos hemos preocupado de echar un vistazo a las referencias publicadas en varios portales de viajes de la red para saber a qué atenernos (por opinión ajena). Varias personas se quejan de que la comida, sin ser mala, resulta repetitiva y sin la sabrosura de los restaurantes u otros hoteles de cuatro estrellas. Así que estamos a la espectativa cuando entramos al comedor. Hay cola para la entrada y eso incomoda un poco al personal que ha pagado sus buenos euros por ahorrarse cualquier molestia. Finalmente entramos y nos instalamos en una mesa provista de dos pequeños manteles (reutilizables y -espero- lavados para cada ocasión). Está montada con su servilleta de tela (a veces fueron de papel) y el servicio de tenedores. La bebida (también incluída, menos mal) hay que solicitarla a alguno de los camarenos/as que son todo los solícitos que la demanda de comensales les permite. Pido una cerveza y me traen una caña en una copa pequeña. He de pedir otra al poco. Luego me doy cuenta de que se puede solicitar una jarra de medio litro. Será mi bebida la mayor parte de los días, pues el vino (de la casa) no es muy bueno. El comendo interior resulta demasiado ruidoso y el trajín estresa un poco. Decidimos que, en adelante, intentaríamos encontrar sitio en uno exterior mucho más tranquilo. 

El recorrido por el bufé nos ofrece bastante variedad, claro que más del 50% son productos que se repiten en todas las comidas: verduras para las ensaladas personalizadas, gazpachos, zumos, pan, pizza, salchichas... Las paellas y fideuas (de las que siempre hay alguna) son manifiestamente mejorables. Es común encontrar guisos de pollo, cerdo, conejo o ternera. El plato estrella, para los gourmet, son los productos frescos elaborados a la plancha (pescados, filetes, espetones, barbacoa...)  pero con productos de mediana calidad. Cada noche, aparte de lo comunmente ofrecido, hay algunas especialidades temáticas (italiana, mejicanas, "mariscada"...) Precisamente la mariscada es la noche del viernes (día de entrada para los que contratan una semana de estancia). Ese día puedes ponerte morado de marisco, aunque de las especies más económicas: las almejas serán del pacífico, los mejillones pequeños y de la costa cercana, las navajas no serán muy frescas, el pulpo será más bien potón, los langostinos de Cabo Verde o caladero similar... Al final opino que tendrían un destino más adecuado como tropezones de una buena paella. de Con todo, el huésped, se queda con una buena impresión. Funciona el "efecto de primacía" donde el viajero guardará buenos recuerdos de esta primera cena de luminosa mariscada, dejando ensombrecidas las pizzas regulares, los tacos insulsos o los morunos resecos. Así que nos atiborramos de mariscos. Claro que preparar estos crustáceos a mogollón hacen que pierdan calidad y matices.

Como buena parte de las críticas de los viajeros se refieren a la comida me permito incluir la respusta de su director a los comentaristas de tripadvisor hace cuatro días:

"Respecto a la comida de nuestro bufé, seguimos una rueda de menú que incluye más de 80 diferentes productos en cada servicio. Estación de ensaladas y encurtidos con 35 diferentes referencias, estación de bufé infantil, plancha de carne, plancha de pescado, barbacoa exterior con una pieza adicional de carne o pescado hechas al momento, zona de sopas y cremas, área de platos calientes y fritos hasta el bufé de postres elaborados por nuestra propia pastelería. Todo esto sin contar rincones adicionales que podemos montar, tales como zona de gazpacho, ensaladas frías.... Y como no, nuestras 3 noches temáticas a la semana, Lunes, Española, Miércoles Italiana y Viernes Gala. En todas ellas se ofrecen adicionalmente rincones con platos de las regiones mencionadas elaborados por nuestro equipo de cocina.
Saludos cordiales,
Miquel A. CandialDirección Ohtels Islantilla"

Al final, después de un periodo de dos o tres días de pruebas, cada cual elige los platos que le apetecen y las cantidades que puede digerir sin empacharse. Nosotros terminamos acudiendo de forma asidua a la fruta, los zumos naturales, el gazpacho y los alimentos a la plancha. Del resto prescindimos.

domingo, 26 de agosto de 2018

Crónicas del verano: Flores marchitas


No puedo evitar admirar el esplendor, la belleza extraordinaria de los cuerpos nuevos, de las jóvenes y adolescentes que son plenitud o promesa de hermosura y gracia de movimientos. Pasan a mi lado entre el rubor o la altivez  y no puedo evitar compararlas con otros cuerpos femeninos que, con la edad, se alejan rápidamente de estos patrones. Sin terminar de reconocerlo se visten aún con ropas ajustadas, con vestidos insinuantes. El tiempo les ha sorprendido entre dos miradas en el espejo y en la segunda no se han reconocido. En su retina, que no en la nuestra, aún conservan la silueta de sus años jóvenes como conservan también aquellos vestidos en los armarios. Un día, cuando enciendan la luz de la madurez, no les quedará más remedio que renovar el ropero:

- ¡Dios mío. Estoy haciendo el ridículo con esta ropa!

sábado, 25 de agosto de 2018

Crónicas del verano: ¡Vamos, vamos, vamos...!


¡Pi, pi, piiiii! Suena el silbato en la playa. Una pareja (marido y mujer) recorre la playa vendiendo aperitivos ligeros y refrescos.

- !Vamos, vamos, vamos...!
- ¡La cerveeeeeza...!
- ¡El agua frescaaaaa...!
- ¡Vamos, la cerveza...!

La ilusión de una playa tranquila rota por el desasosegante de los vendedores playeros que arrastran la carretilla entre las sombrillas. La carretilla hunde la rueda en la arena bajo el  peso de un cubeto negro de basura apañado como nevera. Un capa descarnada de poliuretano recubre, como lepra amarilla, el cutre recipiente. No puedo evitar pensar en los avisos de los medios alertando de los peligros de consumir productos de espontáneos de la restauración: contaminación fecal, infecciones, suciedad... Me  pregunto cuántas veces limpiarán su cubeto o renovarán el agua que refresca los sucesivos botes..
   
Al poco rato aparece otro vendedor solitario con infraestructura similar, pero reclamo más discreto. Este apenas grita y no usa silbato.  Descubro poco después que todos los vendedores de esta zona son familia. Se saludan efusivamente y se presentan alternativamente a los mutuos conocidos.  ¡Vaya, parece que tienen la franquicia del negocio!

Resignado vuelvo a sumergirme en la lectura de mi ebook.  Filipo de Pela, "El macedonio", pelea contra el ejército Ilirio...¡Pi, pi, piiiii! !Vamos, vamos, vamos...! ¡La cerveeeeeza...!

miércoles, 22 de agosto de 2018

Crónicas del verano: Hormigón en la arena


Paseo por la playa de La Antilla, en Lepe, y me encuentro entre la hilera de coquetas casitas de pescadores este mastodonte hormigonado. Es una imagen antiestética y chocante entre la uniformidad de viviendas bajas y encaladas que se posicionan frente a la playa. Las palabras pintadas en su fachada marítima nos sugieren que el edificio permanece abandonado desde hace 35 años y se ha convertido en el refugio de yonkis y camellos. Es tal el contraste que uno siente curiosidad por entender cómo se ha producido y perdura este desaguisado urbanístico y se toma la molestia de investigar un poco esta situación. Está uno sensibilizado hace tiempo sobre el profuso hormigonado de nuestras costas, el vallado infinito de nuestras tierras y la privatización de los espacios, de los bienes, del agua (y del aire, que no tardaremos). Así que con la localización y las sugerencias de las pintadas realizo una búsqueda en google. Estos son los resultados que comento. 

Si nos atenemos a lo que dice el cartel, harían ya unos 37 años (hacia 1981) que se iniciaron las obras del edificio. Parece que esta ambiciosa construcción (dos alturas y terraza coronada por una piscina exterior de la que asoman aún las escaleras) que supera en un piso todas las casas de la línea de playa fue expropiada por la ley de costas en 2005. Desde ese año, suelo y construcción, pertenecerían al Estado según puede consultarse en el Registro de la  Propiedad, finca nº 8035). El estado del inmueble está muy deteriorado, con riesgo grave para la seguridad por desprendimientos, oxidación de armaduras, pérdidas de hormigón, etc. La imagen urbanística es pésima por su volumen, escala, grafitis y abandono. A la obra, inacabada desde hace más de tres décadas, ha tenido acceso en estos años todo tipo de personas alguna muy conflictivas: yonkis, camellos, manteros... incluso existen denuncias de "violencia de género" en su interior. Los intentos de cerrar accesos y tapiar han resultado inútiles: se abrieron nuevos boquetes y el edificio se convirtió en almacén de manteros (en el mejor de los casos) y en "cagadero" y "meadero" público. El lugar está lleno de basuras y escombros siendo un peligro para la salud. Los vecinos se quejan de la existencia de ratas, malos olores y la presencia de maleantes...  

Resulta chocante que la presión de una inmensa mayoría de gente y la evidencia de este desastre y ruina urbanística no hayan logrado su demolición. Este ha sido uno de los deberes que se proponían siempre los sucesivos equipos de ayuntamientos  que han gobernado el municipio sin que hayan obtenido resultados. ¿Qué habría que hacer para acabar con situaciones como esta?

En el presente caso se han movilizado en los últimos años algunas plataformas para exigir su demolición. Existe una petición en Change,org pidiendo su demolición y un perfil abierto en facebook sobre el tema. E igualmente una plataforma para denunciar la situación (hemos encontrado que la página está fuera de servicio, pero puedes acceder al contenido caché guardado por google aquí).

Yo sigo mi pase playero. Quizá cuando sea un jubilado setentón y en mis vacaciones camine por esta  playa con la gorrita protegiendo mi calvicie del sol, eche una miradita a mi izquierda y vea todavía el gris mastodonte que me mira, cadavérico pero insepulto, riéndose de mí en una mueca descarnada de hormigón.

domingo, 19 de agosto de 2018

Crónicas del verano: Salmontes muertos y delfines


En nuestro paseo matinal por la playa, hoy elegimos seguir costa por la izquierda. El paraje nos resultaba familiar posiblemente ya hubiéramos paseado por esa zona en años anteriores. Con seguridad lo habíamos hecho por el paseo marítimo pues  llegamos  una pequeña ermita que reconocimos así como uno de los pequeños restaurantes que la circundan. Así que, al tranquilo paso de Charo que tiene lesionada  la rodilla y no anda bien, recorrimos la extensa franja de playa paralela al barrio pesquero de Lepe. A nuestra izquierda, como a unos 100 metros, arrancaba la poblacion desde las casitas de pescadores y de tanto en tanto, la playa abría un canal flanqueado con boyas amarillas para el paso de las embarcaciones de pesca o las deportivas. Al fondo, un centenar de metros mar adentro, podía verse un parque acuático a base de castillos inflables con toboganes, piscinas y plataformas para lanzarse al agua. En un tramo de la playa me extrañó ver en la orilla muchos peces muertos, incluso algún calamar. Instantáneamente pensé en los efectos de la contaminación y sentí una mezcla de pena e indignación. Se lo comenté a Charo y mantuvimos una pequeña charla de contenido ecologista durante un rato. A los pocos metros dejamos de divisar los pequeños cadáveres que empezaban ya a hinchar su abdomen al sol.
De vuelta por esa zona, nos extrañó la excitación de los paseantes que miraban al mar asombrados. No tardamos en descubrir entre las olas, muy próximos a la orilla, un grupo de delfines nadando con sus aletas emergiendo sobre el agua  y saltando con la gracia y agilidad que les caracteriza.

- ¡Delfines!, grité a Charo señalando esos  mamíferos acuáticos tan bellos entre las olas, bajo una nube de gaviotas.

Conmovidos permanecimos un rato observando sus evoluciones tan cerca de nosotros que invitaban a saltar al agua y  unirnos a ellos. Un pescador, al ver la gente pasmada ante el espectáculo, se acercó ala playa y cogiendo uno de los peces muertos en la orilla lo lanzó hacia el grupo. Enseguida un delfín se aproximó y, con un salto majestuoso, se sumergió en busca del bocado que le ofrecían. Entonces comprendí. Los peces de la orilla eran capturas arrojadas allí por los pescadores ya  por ser muy pequeñas, o de especies sin interés o por que se les hubieran escapado al descargar las redes... Y los delfines (y las numerosas gaviotas) se apostaban a la espera de conseguir con comodidad y abundancia una comida regalada.

Tras unos minutos, el grupo de delfines, se internó de nuevo en alta mar. Desilusionados por no poder disfrutar más de su presencia, continuamos nuestro paseo. Bien es cierto que un delfín invita al optimismo.



   

viernes, 17 de agosto de 2018

Crónicas del verano: El Show


Fue una de esas noches sin plan alguno. De pasada, sobre una pared en la entrada del comedor, estaban anunciados los espectáculos de la semana. Ese sábado actuaba SCAPE, una  pareja que realizaba un sohw con apariencia humorística al estilo de Tricicle.

Decidimos ir y tomarnos la copa (un gintónic, de todo incluido) viendo su actuación. Hay que decir que el salón del hotel (el de animación para los clientes, pues disponía de otro más espacioso y formal para eventos y celebraciones) está en la primera planta y tienen los techos bajos, esto le priva de espectacularidad y lo hace incómodo -especialmente para quienes actúan-. Nos acomodamos en unas butacas con mesita y nos entretuvimos con el programa de animación que Yoanna (Yoyo, para los conocidos) dirigía acompañada de Ismael (?) vestido de payaso. Enternecido, se me saltaban las lágrimas ante la maña y el arte de la animadora para con los niños,  que disfrutaban y participaban sin complejos. Después anunciaron el incio del "Show".

Con una dinámica circense la pareja de artistas fue desglosando su programa en un ambiente distendido, permitiéndose a veces pequeños errores ya que los números eran realmente difíciles. Desde malabares con cinco y seis mazas, equilibrios en mesas inestables, balanceos con rodillos, estabilidad con múltiples platos giratorios... A veces solicitaban la participación de algún espectador para realizar sencillos trucos dejándoselo muy fácil. Uno de ellos era especialista en malabares y creaba vistosos números con bolos luminosos, mientras el otro, experto en equilibrios, ejecutaba sus números dentro de la apretura del samwich suelo-techo, con mínimo margen y muchas veces teniendo que encogerse o, directamente, "pisar" el techo. Para los peques habían diseñado un espectáculo con túneles flexibles que aparentaban la forma de un gusano con cinco extremidades. Era una visión tan "extraterrestre" que algunos niños huyeron asustados, mientras que otros se lo pasaban genial con los sustos y acercamientos del "monstruo".

Sorprendidos, pasamos la actuación embobados con el trabajo de los artistas. Todo un show circense en un ohtels (perdón "hotel") familiar. Quizá lejos de la espectacularidad de la carpa y de la magia del circo; en un ambiente mucho más humilde y vulgar; pero con la misma maestría y las ganas de resultar familiares y entrañables.

jueves, 16 de agosto de 2018

Crónicas del verano: Animación


Me fascina la pareja encargada de la animación infantil, especialmente la joven, toda Andalucía hecha carne. Interacciona a la perfección con la chiquillería: reparte sonrisas, declara confianza con sus miradas, ofrece seguridad con mínimos gestos inconscientes, tranquiliza con leves caricias... Y los niños la reconocen y aceptan, la siguen entusiasmados como al viejo Hamelín. Después en la función infantil dirige sencillas coreografías que los niños aprenden con facilidad. Hasta consigue que se unan los mayores de buena gana al final. Y ella, todo movimiento y miradas y sonrisas... toma el micrófono brevemente para animar:
"¡Un, dos, tres:
música disjey!"
El gozoso público infantil, que ya se ha aprendido la consigna, la corea con entusiasmo.

Me quito el sombrero ante esta profesional que trabaja (casi podríamos decir que juega) de una forma tan natural. ¡Cuánto me recuerda las jóvenes maestras de Educación Infantil del cole! Le comento a Charo que en las nuevas oposiciones deberían incluir una prueba de animación que hay maestros y maestras muy sosos...

miércoles, 15 de agosto de 2018

Cónicas del verano: El niño del bólido


El niño del bólido circula por los pasillos de la cafetería junto a las mesas a velocidad diabólica. Nadie del personal del hotel quiere fijarse, pero yo me preocupo...¿y si se lleva por delante a alguno de los niños de 2 ó 3 años que corretean jugando a alejarse de sus papás? ¿Y si chocan con alguna persona mayor o alguien impedido de los varios que usan silla de ruedas en el hotel? La verdad es que el jovenzuelo (y temerario) piloto conduce de maravilla manejando con precisión las palancas laterales del bólido, pero... ¿cómo podría evitar un choque al pie de una de las escaleras o en la boca  de algún pasillo o a la salida de alguna puerta? No quiero pensar en el susto (lo mínimo) de alguien que es atropellado por la espalda o que resulta pisado por las veloces ruedas.

Un par de minutos después, tras recorrer el improvisado circuito como una exhalación, se frena ante la puerta que da a la piscina y recoge en un pis-pas su sofisticado triciclo. Pliega las palancas y lo lleva, arrastrando como si fuera una  maleta con ruedas, hacia la zona de las hamacas donde le esperan sus padres. Posiblemente alguien le ha recriminado el libertinaje de su conducta y vaya a quejarse a sus padres. Estos le pedirán que no lo use dentro del hotel:
- No uses el hoverkart allí dentro, hijo, que hay mucho intolerante...

martes, 14 de agosto de 2018

Cónicas del verano: La flor

A las mujeres les regalan una flor. No es envidia, pero ... ¿por qué regalar solo a las mujeres?
Y sé que el detalle es simpático y me predispone favorablemente al equipo de animación del hotel que es quién se encarga de repartir el bonito regalo, pero ¿no es un detalle machista más?

lunes, 13 de agosto de 2018

Cónicas del verano: La sacarina


Estamos terminando la cena, sentados en una mesita del comedor al aire libre. En la mesa de al lado una pareja se levanta y se dirije a la cafetería. Poco después, somos nosotros los que acudimos a tomarnos un café y, de nuevo, nos sentamos por casualidad a su lado. El hombre viene con dos cafés y  los posa en la mesa. La mujer coge el sobre del azúcar y le dice a su pareja: - Ya sabes que no tomo azúcar, que engorda, ¿por qué no has pedido sacarina? Yo me quedo asombrado, recuerdo que cenó un gran plato con muchas variedades calóricas del buffete, luego zampó un postre de chocolate y al final helado, un platito de chuches tipo dedos y gelatina. ¿Y ahora se pone controladora con el mínimo sobrecito de glucosa? 
   

domingo, 12 de agosto de 2018

Crónicas del verano: En el Hall


Sentado en una de las mesitas del hall del hotel contemplo el teatro del mundo, pasa ante mí una completa variedad de gente: parejas, amigos y amigas, grupos familiares, padres con sus hijos firmemente agarrados de la mano, niños corredores y aulladores... En la mesa de al lado tres jóvenes parejas toman su consumición charlando animadamente. Uno de ellos, un atlético joven negro como el ébano, lleva una camiseta de un club de baloncesto de Chicago. Curiosamente su pareja, con aire nórdico, es de piel muy blanca y rubia como una valkiria... En un lateral, poblado de sofás, unos niños de dos a cinco años no paran, mientras los padres toman sus cafés. Mientras los padres conversan distendidos ellos escalan los respaldos, se tienden en la cumbre y miran entorno como montañeros recién llegados a un ocho mil.

Una adolescente, con unos 14 años y un futuro de pasarela, pasa a mi lado en un sentido, en el otro... Me llama la atención su belleza adolescente, su prometedor esplendor en pocos años. Ahora mismo ya es guapísima. Ella lo sabe y porta orgullosa (y avergonzada a un tiempo) su escultural silueta. Lleva puesta una camiseta muy ceñida y unos mínimos pantalones tan cortos y ajustados que cada cinco pasos echa la mano a las nalgas para bajar un poquito los bordes deshilachados para que no enseñen tanto (ya falta poco que enseñar, solo lo imprescindible). Curiosamente, en mi móvil, leo en News Republic, mi servidor de noticias, un artículo de ABC de ese mismo día: "Expulsan a una joven de un centro comercial por llevar los pantalones demasiado cortos". Parece ser que un encargado de seguridad le dijo que "le había visto las nalgas y que era un problema". La joven no dudó en responderle, "Una idea, ¿qué tal si no me miras el culo?". Como era de suponer la historia acabó en facebook.

sábado, 11 de agosto de 2018

Crónicas del verano: Esperando el ascensor


Los ascensores del hotel son increíblemente lentos. Pasamos muchos minutos esperando que realicen parsimoniosos sus recorridos arriba y abajo de los cinco pisos del hotel. Además están los sujetapuertas que esperan momentos larguísimos a que llegue la familia al completo... Muchas veces es preferible bajar las escaleras desde nuestro tercer piso: ¡llegamos muchísimo antes! También, a veces, subimos a pie, pero cuando venimos del comedor solemos esperar tranquilamente  arrmándonos de paciencia infinita mientras los chicquillos corretean alrededor del numeroso grupo de adultos plantados ante la puerta. 

Hoy estoy extrañamente solo esperando que baje el ascensor A mis 60 años y con gesto serio espero, en silencio, mientras observo el trajín de la gente alrededor.  Un niño de unos seis años se acerca corriendo y se pone a jugar pulsando los botones de llamada. Me mira un momento como si esperara un comentario reprobatorio, pero se queda esperando que la puerta se abra. En esto llega una mujer con pareo que se le acerca y, tras echar una mirada al hombre maduro de aspecto reservado que soy, coge de la mano al niño y se aleja con él mientra le dice: 

- Los pequeños como tu no puede viajar solos en el ascensor. ¿No ves que puede cogerte un hombre, por ejemplo en el tercer piso, y llevarte a cualquier sitio... (en ese instante juraría que me ha mirado con el rabillo del ojo)... y dejarte por ahí tirado... (piensa un momento lo que va a decir) ... en la playa? 

El hombre, de alguna manera, se siente aludido y con un tono ligeramente indignado replica: 

- O una señora...

La señora, sorprendida, se vuelve ligeramente. Cae en la cuenta y reconoce:

- O una señora, sí... 

viernes, 10 de agosto de 2018

Crónicas del verano: Ohtels


"Ohtels Islantilla", evidentemente el establecimiento busca diferenciarse con una provocación disortográfica. Ese viaje de la "h" a una posición intercalada sorprende al turista y activa el corrector ortográfico de mi tablet. Este hotel-ohtel, junto a la raya que separa Isla Cristina de Lepe, en Huelva, será mi alojamiento de una semana, en las vacaciones este año. En esta ocasión en la modalidad "todo incluido" lo que nos hará de algún modo pasar los siete días anclado a sus instalaciones.


El viaje, proyectado a última hora, hubo que hacerlo en mi viejo Peugot 206. El vehículo se acerca ya a los 300.000 km y Charo no cesa de insistir en que tengo que comprar uno nuevo, que este ya no va bien y que nos dejará tirados en cualquier momento. Lo dice ella, que tiene un golf, pero que ya nos ha dejado tirados dos veces y que, en estos días, lo tiene inutilizado por problemas en el embrague. El caso es que tuvimos que recurrir a mi desahuciado utilitario que es el que, en definitiva, nos va a sacar del apuro. Pero el coche presenta un par de problemas: no dispondremos de aire acondicionado (si lo activo se enciende la luz de avería inmediatamente, y esta se activará de todos modos en cuanto el motor se caliente un poco).  Así que, para evitar  las horas de calor planeamos salir pronto, hacia las 6:30.

Pese a poner el despertador a las 6:00 y tener todo preparado la salida se demoró hasta las 7:15. Eso nos hizo coincidir con la hora punta en el tráfico hacia Madrid y llegar a Sevilla hacia la una, en las horas de más calor. La temperatura ambiente resultaba agradable hasta las 10:00, gracias al aire acondicionado (es decir "a condición de que se abran las ventanillas") pero después el coche se convirtió en un infierno. Al paso por Mérida el termómetro del coche marcaba 41 grados y llegados a la capital hispalense 43. Podíamos ver a través de nuestras ventanilla bajadas la cara de sorpresa de los conductores en Sevilla cuando, refugiados en la frescura de su aire acondicionado tras los cristales, nos adelantaban por la autopista y se percataban de la machada de viajar en contacto con el aire abrasador: Nosotros sacábamos el brazo y derivábamos con la palma cálidas corrientes de aire hacia el interior que aire que, si no frescas, por los menos agitaban el aire abrasador acumulado dentro. A mí, como conductor, me tocó el sol de costado y acabé luciendo un contrastado moreno "camionero" al llegar a nuestro destino.  Con todo el principal problema nos surgió cuando, en el sobre esfuerzo de adelantar en una cuesta se encendió el piloto de avería. La consigna del manual es "parar inmediatamente y avisar al taller" pero decidí hacer 500 km más con la lucecita pinchando mi conciencia de conductor como espina de la culpa.  En realidad la cosa no era para tanto: debido a un problema que nunca me supieron solucionar en múltiples talleres y concesionarios el ordenador de a bordo detectaba una avería fantasma, así que proseguí sin preocuparme demasiado (ya tenía suficiente ocupación con tranquilizar a mi pareja y desmontar sus imperiosos argumentos para que cambiara de coche nada más volver). La incómoda consecuencia del problema es que el hardware del ordenador del coche está diseñado para disminuir en estos casos la potencia del motor y así protegerlo en caso de avería.  Esto hacía que no pudiera pasar de 120 km/h en llano y tener que  bajar hasta 50 km/h en las cuestas. Pasé el resto del viaje siendo adelantado por los camiones en cada cuesta arriba y recuperando esa distancia cuesta abajo en donde podía alcanzar 140 m/h sin problemas. De los camiones con que alternaba llegué a familiarizarme incluso con el perfil de los conductores.

El caso es que entre protestas y sofocos llegamos al hotel. El GPS nos indicó correctamente la ruta hasta la misma puerta en la calle Río Frío (ese nombre, con 43 grados a las dos de la tarde, tenía  un toque de recochineo). Un inmediato arrepentimiento embargó nuestro ánimo: ¿Por qué habíamos decidido venir a freírnos en semejante sartén en medio de la dramática ola de calor que asolaba España? ¡Cuánto mejor estaríamos en el norte, disfrutando de las frescura de los bosques asturianos y el desahogo de sus playas!


Gestionamos el ingreso en recepción y, mientras Charo subía el equipaje a la habitación, yo di un par de vueltas  por los alrededores buscando aparcamiento. No era fácil encontrarlo, pero finalmente di con una plaza algo alejada, pero con sombra la mayor parte del día. No movimos el vehículo en toda la semana: era un lujo que no tuviera que achicharrarse en las largas avenidas expuestas al furor del astro rey. 

Para la enormidad del hall y de los patios interiores, las habitaciones me parecieron pequeñas. Está claro que se buscaba más impresionar con la vista "Oh! tels, con exclamación admirativa" que proporcionar  un descanso desahogado. ¡Por lo menos el aire acondicionado funcionaba! Deshicimos maletas  y montamos nuestro particular campamento en la suite. Pasé unos minutos buscando un enchufe para mi CPAP (debido a mi apnea necesito dormir con estas bombas de aire) pero ¡solo había uno en toda la habitación disponible y tan lejos como el lavabo! Bajé rápidamente a recepción donde me proporcionaron un alargador previo depósito de 5 euros (ya de paso les hice incluir en el lote una base múltiple si no, no sé como cargaríamos los móviles, las tablets y ebook...)    

Y, enseguida ¡a comer! Aquella fue la primera comida "buffet". Nos sirvió para ir cogiendo el tranquillo: mejores mesas, platos más interesantes, bebidas que merecían la pena... Luego una siesta refrigerada (la necesitábamos) y por último una visita a la piscina previa cuidadosa búsqueda de hamacas a la sombra. Con el implacable sol de la tarde comenzamos a usar intensamente la pulserita azul que nos pusieron a modo de esposas para verificar nuestra modalidad de "todo pagado". Al principio parece que te "vas a comer el mundo" con ella. Luego uno se modera y la usa con justeza. Pero eso después de cierta compulsión inicial en la que acabas con dolor de cabeza por esa especia de "barra libre" que no quieres desaprovechar. 

Esa noche, tras un café y la copa de rigor, nos acostamos. El día había sido duro.  



miércoles, 1 de agosto de 2018

Ostracas


Hago un breve curso de egiptología para adultos en la UAH. El profesor, Antonio Javier Morales, que simultanea su labor docente con la dirección de trabajos de excavación dentro del Middle Kingdom Theban Project.nos habla con frecuencia de su trabajo en Egipto, de sus hallazgos... Han pasado muchos años desde la época "gloriosa" de las excavaciones, tiempos aquellos en que los descubrimientos se tasaban por lo grandioso de un lugar, la riqueza de los hallazgos, lo expectacular de una tumba... Naturalmente para lograr eso había que trabajar deprisa, descuidadamente, a lo grande... Como elefantes en una cacharrería, así entraban los antiguos egiptólogos en las tumbas. Si algo había quedado sin rapiñar por los ladrones de tumbas, los Howard Carter de la época terminaban de destrozarlo en nombre de la ciencia. Es así que las piezas más espectaculares yacen hoy en los grandes museos. Están arrancadas y expatriadas a la colección egipcia del museo Británico o al Museo Metropolitano de Nueva York. En el proceso arrojaron el resto a las escombreras y, por supuesto, se olvidaron de la basura. Uno de los métodos más eficaces de obtención de información, desde las ruinas de la antigüedad pasando por los espías de todos los tiempos y hasta los hacker de hoy en día, es revolver en esta basura que nos delata.

Ostracom  es el término usado en arqueología para designar los trozos de cerámica o delgadas hojas de piedra que fueron utilizados como borradores o material barato y accesible para aprender, escribir o pintar. En Egipto, dado el ato coste del papiro, no era posible practicar sobre el mismo pero sí sobre trozos de cerámica rota o fragmentos calcáreos. Sobre ellos se realizaban borradores, ensayos, notas no oficiales que, por eso mismo, ofrecen información desde un punto de vista alejado de la historia oficial.

  


Estos fragmentos, a priori, pueden parecer insignificantes pero en realidad guardan una información muy valiosa. Las ostracas (grupos de fragmentos) eran borradores donde los escribas o los artistas podían dejar volar su imaginación. Los ostracas de los escribas de Deir el-Medina (poblado de los artesanos que trabajaban en las tumbas) aportan datos sobre aspectos del día a día como precios de compra, cartas, cotilleos, notas de lavandería o aspectos más formales como documentación sobre el trabajo, disputas locales, listas de provisiones o deberes escolares. Los ostracas de los artistas contienen bocetos, planos, pruebas e incluso notas gráficas un tanto satíricas.

Gracias a los ostracas se tiene noticia hoy día de aspectos no menos importantes que la historia oficial esculpida y pintada bellamente en los muros de palacios, tumbas, templos y pirámides. En los basureros de las "ciudades dormitorio" que albergaban a los artesanos se deposita un auténtico tesoro de información sobre la vida diaria y aspectos ocultos a las crónicas oficiales. Es, por ejemplo, en Deir el-Medina (poblado de obreros y artesanos cercano al Valle de los Reyes) donde se documenta la primera huelga de la historia. En ella se cuenta como los artesanos del "Lugar de la Verdad" en la época de Ramsés III se  pusieron en huelga porque no les pagaban debidamente los atrasos acumulados. Después de muchas quejas a los encargados organizaron una sentada hasta que no fueran correctamente retribuídos. Conseguidas sus reivindicaciones volvieron al trabajo. Gracias a las órdenes de trabajo encontradas entre los ostracas sabemos también que las pirámides no eran construidas por esclavos, como se suponía, sino por obreros, supervisores y arquitectos muy bien pagados. Infinidad de detalles quedan desvelados por esta fuente insospechada de información. Uno de ellos, por ejemplo, el averiguar cuál era el sistema que utilizaban para alumbrarse en la profundidad de las tumbas sin dejar rastros de hollín en las paredes que echaría a perder la bellísima decoración de los artesanos. Las listas de compras de mechas engrasadas con aceite de sésamo para ser sumergidas en cada tyurno en las páteras llenas de sal y aceite nos informan del procedimiento empleado. Otros describen con todo lujo de detalles los pleitos entre artesanos. Está muy documentado en los ostracas las corruptelas, latrocinios y tropelías amatorias de Paneb, uno de los jefes de equipo que trabajan en las tumbas del Valle de los Reyes.



Este tipo de comunicación informal también hacía uso de los graffitis. Existe uno, muy curioso, en el templo dedicado a Hatshepsut, reina-faraón de la dinastía XVIII de Egipto. 
En dicho templo, oculto a la vista,  aparece un grafiti  donde se muestra a la reina teniendo relaciones con su guardián. Se trata probablemente de un desahogo no muy diferente de los grafitis actuales en los baños públicos. Durante una visita a Éfeso pude ver con gran sorpresa por mi marte un grafiti grabado en las losas de la calzada romana de entrada a la ciudad alabando los servicios de una famosa prostituta. En Pompeya están catalogados grafitis semejantes por centenares. En esa misma ciudad los grafitis en las fachadas de tiendas y viviendas eran tan abundantes que eran constantemente borradas por los dealbatores (blanqueadores), aunque pronto se cubrían por otras nuevas.

Vuelta así la atención sobre los basureros cientos de miles de estos fragmentos se han encontrado en las últimas décadas ayudando a cambiar nuestra percepción sobre el mundo antiguo (también también dejaron ostracas las civilizaciones de  Mesopotamia, Grecia o Roma). Parece que las personas, desde que hemos podido, no hemos dejado de usar la tecnología a nuestro alcance para comunicarnos. Los grandes personajes, con vistas a proyectarse en la eternidad, utilizando los grandes monumentos y el arte fastuoso; y la gente corriente como buenamente puede: con grafitis y ostracas. Los grandes personajes con sus "grandes noticias" y las personas vulgares con sus "cotilleos", sus "listas de la compra" o sus "desahogos particulares". Ni más ni menos que lo que hacemos hoy con nuestro whatsapp, tweeter o facebook. Como vemos no hemos cambiado tanto en estos cinco mil años.

Frente a la Historia oficial, siempre grandiosa pero a menudo aburrida e  incomprensible, vienen en nuestra ayuda los humildes ostracas, los fragmentos desechados durante años por los historiadores.  Estos testigos anodinos para la historia oficial nos revelan, examinados con atención,  el pasado sistemáticamente ocultado por los intelectuales e historiadores oficiales. Por miles, en basureros sepultados,  los otros hechos clandestinos esperan el momento de ser preguntados.