miércoles, 1 de agosto de 2018

Ostracas


Hago un breve curso de egiptología para adultos en la UAH. El profesor, Antonio Javier Morales, que simultanea su labor docente con la dirección de trabajos de excavación dentro del Middle Kingdom Theban Project.nos habla con frecuencia de su trabajo en Egipto, de sus hallazgos... Han pasado muchos años desde la época "gloriosa" de las excavaciones, tiempos aquellos en que los descubrimientos se tasaban por lo grandioso de un lugar, la riqueza de los hallazgos, lo expectacular de una tumba... Naturalmente para lograr eso había que trabajar deprisa, descuidadamente, a lo grande... Como elefantes en una cacharrería, así entraban los antiguos egiptólogos en las tumbas. Si algo había quedado sin rapiñar por los ladrones de tumbas, los Howard Carter de la época terminaban de destrozarlo en nombre de la ciencia. Es así que las piezas más espectaculares yacen hoy en los grandes museos. Están arrancadas y expatriadas a la colección egipcia del museo Británico o al Museo Metropolitano de Nueva York. En el proceso arrojaron el resto a las escombreras y, por supuesto, se olvidaron de la basura. Uno de los métodos más eficaces de obtención de información, desde las ruinas de la antigüedad pasando por los espías de todos los tiempos y hasta los hacker de hoy en día, es revolver en esta basura que nos delata.

Ostracom  es el término usado en arqueología para designar los trozos de cerámica o delgadas hojas de piedra que fueron utilizados como borradores o material barato y accesible para aprender, escribir o pintar. En Egipto, dado el ato coste del papiro, no era posible practicar sobre el mismo pero sí sobre trozos de cerámica rota o fragmentos calcáreos. Sobre ellos se realizaban borradores, ensayos, notas no oficiales que, por eso mismo, ofrecen información desde un punto de vista alejado de la historia oficial.

  


Estos fragmentos, a priori, pueden parecer insignificantes pero en realidad guardan una información muy valiosa. Las ostracas (grupos de fragmentos) eran borradores donde los escribas o los artistas podían dejar volar su imaginación. Los ostracas de los escribas de Deir el-Medina (poblado de los artesanos que trabajaban en las tumbas) aportan datos sobre aspectos del día a día como precios de compra, cartas, cotilleos, notas de lavandería o aspectos más formales como documentación sobre el trabajo, disputas locales, listas de provisiones o deberes escolares. Los ostracas de los artistas contienen bocetos, planos, pruebas e incluso notas gráficas un tanto satíricas.

Gracias a los ostracas se tiene noticia hoy día de aspectos no menos importantes que la historia oficial esculpida y pintada bellamente en los muros de palacios, tumbas, templos y pirámides. En los basureros de las "ciudades dormitorio" que albergaban a los artesanos se deposita un auténtico tesoro de información sobre la vida diaria y aspectos ocultos a las crónicas oficiales. Es, por ejemplo, en Deir el-Medina (poblado de obreros y artesanos cercano al Valle de los Reyes) donde se documenta la primera huelga de la historia. En ella se cuenta como los artesanos del "Lugar de la Verdad" en la época de Ramsés III se  pusieron en huelga porque no les pagaban debidamente los atrasos acumulados. Después de muchas quejas a los encargados organizaron una sentada hasta que no fueran correctamente retribuídos. Conseguidas sus reivindicaciones volvieron al trabajo. Gracias a las órdenes de trabajo encontradas entre los ostracas sabemos también que las pirámides no eran construidas por esclavos, como se suponía, sino por obreros, supervisores y arquitectos muy bien pagados. Infinidad de detalles quedan desvelados por esta fuente insospechada de información. Uno de ellos, por ejemplo, el averiguar cuál era el sistema que utilizaban para alumbrarse en la profundidad de las tumbas sin dejar rastros de hollín en las paredes que echaría a perder la bellísima decoración de los artesanos. Las listas de compras de mechas engrasadas con aceite de sésamo para ser sumergidas en cada tyurno en las páteras llenas de sal y aceite nos informan del procedimiento empleado. Otros describen con todo lujo de detalles los pleitos entre artesanos. Está muy documentado en los ostracas las corruptelas, latrocinios y tropelías amatorias de Paneb, uno de los jefes de equipo que trabajan en las tumbas del Valle de los Reyes.



Este tipo de comunicación informal también hacía uso de los graffitis. Existe uno, muy curioso, en el templo dedicado a Hatshepsut, reina-faraón de la dinastía XVIII de Egipto. 
En dicho templo, oculto a la vista,  aparece un grafiti  donde se muestra a la reina teniendo relaciones con su guardián. Se trata probablemente de un desahogo no muy diferente de los grafitis actuales en los baños públicos. Durante una visita a Éfeso pude ver con gran sorpresa por mi marte un grafiti grabado en las losas de la calzada romana de entrada a la ciudad alabando los servicios de una famosa prostituta. En Pompeya están catalogados grafitis semejantes por centenares. En esa misma ciudad los grafitis en las fachadas de tiendas y viviendas eran tan abundantes que eran constantemente borradas por los dealbatores (blanqueadores), aunque pronto se cubrían por otras nuevas.

Vuelta así la atención sobre los basureros cientos de miles de estos fragmentos se han encontrado en las últimas décadas ayudando a cambiar nuestra percepción sobre el mundo antiguo (también también dejaron ostracas las civilizaciones de  Mesopotamia, Grecia o Roma). Parece que las personas, desde que hemos podido, no hemos dejado de usar la tecnología a nuestro alcance para comunicarnos. Los grandes personajes, con vistas a proyectarse en la eternidad, utilizando los grandes monumentos y el arte fastuoso; y la gente corriente como buenamente puede: con grafitis y ostracas. Los grandes personajes con sus "grandes noticias" y las personas vulgares con sus "cotilleos", sus "listas de la compra" o sus "desahogos particulares". Ni más ni menos que lo que hacemos hoy con nuestro whatsapp, tweeter o facebook. Como vemos no hemos cambiado tanto en estos cinco mil años.

Frente a la Historia oficial, siempre grandiosa pero a menudo aburrida e  incomprensible, vienen en nuestra ayuda los humildes ostracas, los fragmentos desechados durante años por los historiadores.  Estos testigos anodinos para la historia oficial nos revelan, examinados con atención,  el pasado sistemáticamente ocultado por los intelectuales e historiadores oficiales. Por miles, en basureros sepultados,  los otros hechos clandestinos esperan el momento de ser preguntados.

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