domingo, 12 de agosto de 2018

Crónicas del verano: En el Hall


Sentado en una de las mesitas del hall del hotel contemplo el teatro del mundo, pasa ante mí una completa variedad de gente: parejas, amigos y amigas, grupos familiares, padres con sus hijos firmemente agarrados de la mano, niños corredores y aulladores... En la mesa de al lado tres jóvenes parejas toman su consumición charlando animadamente. Uno de ellos, un atlético joven negro como el ébano, lleva una camiseta de un club de baloncesto de Chicago. Curiosamente su pareja, con aire nórdico, es de piel muy blanca y rubia como una valkiria... En un lateral, poblado de sofás, unos niños de dos a cinco años no paran, mientras los padres toman sus cafés. Mientras los padres conversan distendidos ellos escalan los respaldos, se tienden en la cumbre y miran entorno como montañeros recién llegados a un ocho mil.

Una adolescente, con unos 14 años y un futuro de pasarela, pasa a mi lado en un sentido, en el otro... Me llama la atención su belleza adolescente, su prometedor esplendor en pocos años. Ahora mismo ya es guapísima. Ella lo sabe y porta orgullosa (y avergonzada a un tiempo) su escultural silueta. Lleva puesta una camiseta muy ceñida y unos mínimos pantalones tan cortos y ajustados que cada cinco pasos echa la mano a las nalgas para bajar un poquito los bordes deshilachados para que no enseñen tanto (ya falta poco que enseñar, solo lo imprescindible). Curiosamente, en mi móvil, leo en News Republic, mi servidor de noticias, un artículo de ABC de ese mismo día: "Expulsan a una joven de un centro comercial por llevar los pantalones demasiado cortos". Parece ser que un encargado de seguridad le dijo que "le había visto las nalgas y que era un problema". La joven no dudó en responderle, "Una idea, ¿qué tal si no me miras el culo?". Como era de suponer la historia acabó en facebook.

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