¡Ojo! ¡Cuidado! Me maleo que los que mueven los hilos del independentismo catalán están buscando un mártir.
No ha sido suficiente el adoctrinamiento en las escuelas, la indisimulada marginación del idioma común de los españoles, la masiva propaganda contra la nación española, la manipulación de la historia, la financiación descarada de todo lo proindependentista...
No les basta con las multitudinarias diadas, con la épica del 1-O. No les resultan suficientes las movilizaciones masivas convocadas y organizadas desde instituciones afines perfectamente dirigidas a través de wahtsapp y tuits; o bien mediante megáfonos (como si los medios no fueran también armas de destrucción masivas y, si no, echad un vistazo o a las impactantes escenografías multimedias del Estado Islámico), el escrache, el acoso, el cerco (aparentemente pacífico) a los agentes que cumplen la ley. El desprecio del unionista, el señalamiento del indeciso...
Lo de los dedos quebrados no resultó. Alguien se fue de bocas, sin pensar que los partes médicos serían publicados desvelando que la tortura declarada de quebrar uno a uno los dedos de la aspirante a mártir era en realidad una capsulitis producida en el transcurso de su desalojo (eso sí: sin contemplaciones). Les pudieron las ganas y tuvieron que rectificar. Lo de los 900 heridos se desinfló con los escasísismos partes de ingreso hospitalario ( 4 reconoce el propio personal sanitario). Las multigrabadas barreras policiales empleándose sin contemplaciones fueron reforzadas por imágenes de archivo (a veces de los propios mossos de escuadra, con tanta o mayor contundencia) de pasadas algaradas. Pese al sesgo de unos y otros medios, resultaba evidente que la policía limitaba su acción a los colegios electorales (apenas vi carreras ni persecuciones, como "en los viejos tiempos", ni detenciones de manifiestantes que acabaran en el furgón blindado camino de una oscura comisaría)... Hubo violencia, sí; pero también provocación en muchos casos.
La Declaración de Independencia en diferido no funcionó (desilusionó incluso a los propios independentistas). La DIU quedó suspendida en un limbo semántico. Las empresas mudaron sus sedes en estampida. El truco de ganar tiempo (y simpatía) con una mediación internacional no cuela. La apelación al diálogo se carga de cinismo. Se añaden días a la espera de que, en esa huida hacia adelante, aparezca un mártir para enardecer los ánimos y propiciar -con el uniforme del victimismo- el asalto final al estado de derecho.
El actual gobierno de la Generalitat está rellenando apresuradamente su particular martiriologio: los afectados de golpes y lesiones en la votación ilegal del 1-O, los procesados por malversación, desobediencia y prevaricación al organización la consulta en cuestión, los responsables en prisión de las organizaciones independentistas ANC y Òmnium Cultural... Incluso puede incluirse en este Libro de lasVíctimas al expresidente Arthur Mas, cuya honradez está en entredicho por otras causas.
Cuando la pesada losa del artículo 155 caiga sobre el gobierno de la actual Autonomía de Cataluña las preclaras mentes que gobiernan la Generalitat necesitarán una espoleta para dinamitar el enorme peso de la ley. Algo así como un mártir que enardezca los espíritus e inflame todo el material emocional acumulado en el polvorín independentista.
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