jueves, 1 de junio de 2017

Sonrisa de burro


Hay sonrisas, la mayoría de las que se producen fuera de cámara; que compran voluntades, obran milagros, alegran el alma... Pero hay otras (las fingidas, las estudiadas, las obligadas) que me provocan hartazgo. Sin embargo, ante algunas fotos en que aparezco con el gesto serio, pensativo me piden que sonría. Hay tanta presión que me pongo a la contra. ¿Por qué no sonríes en las fotos?, me  preguntan. - Pues porque no me apetece sonreír a un teléfono sujeto en un palo;  porque estaba haciendo otra cosa y me interrumpes para "posar", porque no necesito vender mi presencia, impresionar a nadie, publicitar una falsa alegría,  mostrar dientes de Pantoja,  porque no hay que sonreír por todo,  porque las mejores sonrisas -las geniales, las de Mona Lisa- son apenas perceptibles, son discretas y misteriosas. Porque una foto es para mostrar como soy o lo que hago y no para representar cómo me gustaría que me vieran... Porque te empeñas demasiado en que lo haga y soy el espíritu de la contradicción y... ¡por me da la gana!
No me gusta poner sonrisa de burro, adelantar los dientes y retraer las comisuras de los labios...  me parece estar preparando al rebuzno.

¿Es sincera tu sonrisa? Dicen los expertos que para que así sea deben aparecer arrugas en la piel que rodea los ojos... si no será una pose.

Sonreír es gratis, me dices. Pero... ¿sabes la cantidad de músculos que entran en acción en cada sonrisa?
Interevienen por duplicado: el músculo elevador del ángulo de la boca, el músculo elevador del labio superior, el orbicular de los ojos, el risorio, el cigomático mayor y el cigomático menor: ¡doce músculos en total! No, no es gratis (os hago una magnánima concesión:  fruncir el ceño, aún es más costoso: 13 músculos en total, por lo que puestos en la obligación de elegir...).

No pasa nada por estar serio. La persona más seria que he conocido en mi vida era precisamente un sevillano. Sonaba extraño aquel acento andaluz acompañado de un gesto sombrío; pero era la mejor persona de todo el campamento de Viator en Almería, donde cumplíamos el servicio militar.  Yo valoraba en aquella persona su naturalidad. La verdad estaba  un poco harto del gracejo inacabable de sus paisanos.

¿Y sabes una cosa? Ahora mismo, mientras termino de escribir esto... sonrío. Pero mira, ¡qué mala suerte!, no tienes ninguna cámara a mano para aprovechar la ocasión.

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