lunes, 19 de junio de 2023

Gracia sajona

La "gracias sajona" (habitualmente conocida como "humor inglés") siempre me suena (por culpa de mi mala audición) como "gracia jamona", juego fonético que también tiene su gracia.

El humor británico (British humour) o humor inglés (English humour) se basa en la sátira instrumentalizada a partir del absurdo de la vida cotidiana. Utiliza el sarcasmo, la ironía, la burla, el cotilleo, el insulto cómico, la autocrítica, los tabúes, los juegos de palabras, las insinuaciones, el humor inteligente y el sistema de clases británico.​ Estos suelen ir acompañados de poca o nula expresividad corporal.​ A veces se entiende el humor británico como una forma chistosa de enterrar emociones de una manera que parece poco amable a los ojos de otras culturas. Para entendernos por aquí: una mezcla de Tip y Col con Eugenio.

Preguntas que surgen a un español que se siente memo ante una conversación con abundantes gracias sajonas.

¿No tienen vergüenza ajena?
Un inglés como Dios manda es un verdadero experto en reírse de sí mismo. Su humor ha desterrado el ego y las situaciones incómodas, la torpeza y los momentos embarazosos son la perfecta excusa para la autocrítica. ¿Te acuerdas de Mr. Bean?

¿Me están tomando el pelo?
Ante un inglés con ganas de chiste, será muy difícil que sepas distinguir si está bromeando o está diciendo algo totalmente en serio. Si el sarcasmo ya es complicado de captar en tu propio idioma, en inglés es casi imperceptible; los ingleses no tienden a exagerar sus bromas para hacerlas evidentes como nosotros sino que se divierten escondiendo sus ganas de soltar una sonora carcajada.

¿Se está quedando conmigo?
Aprende a tomarte en serio sólo lo estrictamente necesario. El humor se utiliza en confianza como una sana competencia. En una conversación entre amigos, los ‘zascas ‘encubiertos son el entretenimiento estrella (Pero siempre con mucho amor, por supuesto).


¿Es que no respetan nada?
Reírse de todo, incluso en los peores momentos es su consigna. Les funciona como terapia contra la mala suerte y los fracasos.


¿Dónde está la gracia?
Pues es que no has entendido nada. Refuerza tu dominio del inglés. Para sentirte cómodo en una conversación plagada de bromas, ironía y juegos de poder, tu nivel de inglés tiene que ser medio, mejor alto.

Hay muchos ejemplos del peculiar sentido del humor de estos hijos de la gran Bretaña que, desde que liquidaron nuestra armada vencible, nos mantienen agazapados lamiéndonos las heridas a la espera de sus meteduras de pata. Y, de vez en cuando, nos ofrecen alguna reparación en forma de chistes al estilo anglosajón. Por ejemplo, en septiembre de 2022 un diario sensacionalista propuso una competición para saber quién tardaría menos en pudrirse si una lechuga o la primera ministra Liz Truss. Ganó la apuesta la lechuga; Truss dimitió a los 44 días, convirtiéndose en la primera ministra con menos tiempo en el cargo de la historia británica.

La verdad es que, bien entendido, puede resultar descacharrante. Hay secuencias antológicas de los Monty Puthton que me han provocado agudo dolor de barriga de tanto reír. Y algunos sketchs de Mr. Bern hacen me hacen desternillar hasta romperme las ternillas de la nariz.

En muchas ocasiones, el humor británico, ha creado polémica fuera de sus fronteras. No ha dudado en resaltar ciertos aspectos de sus vecinos europeos. Este humor, que no hace tanta gracia a los de fuera, viene determinado por cuestiones migratorias y económicas. Es famosa la denominación de PIIGS (evocando al término pigs, que significa ‘cerdos’ en español), aludiendo a las siglas de los países Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España (Spain), que en su momento mostraron graves problemas económicos dentro de la UE.

Posiblemente el sentido del humor británico deje de tener gracia algún día, máxime cuando este se ha divorciado de la Unión Europea de una forma tan enemistosa. Lejos del círculo familiar no apetece reirles las gracias. Sólo una delgada línea separa el ingenio de la petulancia. Al final, se la darán con queso... ¿Lo tomarán a broma?

Cuenta el escritor John William Wilkinson que, en una remota isla de los mares del sur al término de la Segunda Guerra Mundial, los combatientes japoneses terminaron por rendirse al conocer que su país había sido derrotado. Creyéndose el oficial al mando en la obligación de dirigir unas palabras a estos prisioneros nipones, y al tiempo que convencido de que no iban a entender nada de su alocución, no se le ocurrió otra cosa que ponerse delante de ellos y contar en inglés del uno al cincuenta. Eso sí, para añadir verosimilitud a su discurso puramente numérico, empleó a fondo sus innatas dotes de actor, acompañando sus sentidas modulaciones vocales con asombrosas contorsiones faciales.
Un breve pero tenso silencio siguió al fatídico guarismo fifty. Entonces se puso en pie el comandante japonés y con cara impávida continuó contando en un perfecto inglés: «fifty-one, fifty-two, fifty-three…»; y así hasta «one hundred». De modo que incluso los británicos han de reconocer que quien ríe el último ríe mejor. Aunque sea sin maquillaje ni plumas.



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