A veces hablo alto: unas para hacerme oír en medio del ruido o del caos conversación, otras para poder escucharme a mí mismo. Para superponerme a las conversaciones ajenas que, invadiendo toda mi capacidad de procesamiento, impiden expresarme. Puesto que el grito agresivo es algo intencional, los que me acusan de que hablo muy alto y lo equiparan a gritar se equivocan. Si "grito" es para hacerme oír.
En contadas ocasiones grito. Me refiero al grito violento, al desahogo vocal y pulmonar. Raramente uso este como gesto autoritario, sino como autoafirmación. Es posible que esta conducta sea tomada como algo humillante para el interlocutor o interlocutores; pero, para mí, tiene sentido funcional. Creo que todas las veces que he gritado ha sido de desesperación o con función de interruptor: ante una situación estresante que me impide tomar una decisión trascendente (por ejemplo conduciendo ante tráfico peligroso o situaciones complicadas) , o una agresión (física o psicológica) inaceptable, o ante una debilidad o cansancio incapacitante... En realidad todos esos gritos pueden obedecen a la misma causa y emiten (en sus diferentes formas) un único mensaje: ¡Déjame pensar, necesito que te calles porque tengo que tomar una decisión importante; tus interrupciones, tu verborrea o tus actos me impiden hacerlo!
Cuando, tras el grito de auxilio (que es en realidad este hecho), veo la cara de los que me rodean encuentro en su rostro una expresión de bochorno que me duele. Sé perfectamente lo que piensan: "Si alguna razón tuvieras, al gritar, la has pedido". Mi frustración aumenta entonces y valoro las otras posibilidades que se me ofrecen: darme un cabezazo contra la pared (o dárselo a mi interlocutor); huir, desconectar del grupo; llorar, quizá...
A veces hay un grito sordo que nos taladra los oídos sin que le lector de decibelios muestre anomalía alguna. Esos son los peores gritos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por decidirte a comentar este artículo. Tu opinión y tus aportaciones son importantes para mí y mis lectores.