viernes, 14 de octubre de 2022

Adiós ríos, adiós fontes

Carta de despedida a íntimos y familiares.



A vosotros, los que me conocéis bien; a los que habéis compartido momentos de vida, de gozos y penas: adiós.

Me despido ante la certidumbre del fin, ante el probado colapso del planeta.

Ya hemos comentado y discutido muchas veces esta amenaza, manifestada ya, de la destrucción de nuestro hogar, la Tierra. Ahora se consuma. Vivimos en un lugar que se degrada de forma irreversible. Hemos pasado la cresta de la curva del desastre medioambiental y cruzamos el punto de no retorno. Ya es tarde.

Lo seguiremos intentando; ahora asustados, horrorizados al vislumbrar este futuro que nos negamos a contemplar. Degollamos a los profetas, les acusamos de catastrofistas, de aguafiestas... ¡Ya estamos pagando nuestra dejadez, nuestra complacencia!

En el tiempo que nos queda, aprovecho para despedirme. Hemos disfrutado de este gigantesco y gratuito parque de atracciones que es nuestro hermoso planeta, pero el todo gratis ha hecho que menospreciemos su valor, que olvidemos su mantenimiento y reconozcamos su precario equilibrio.

Adiós, amigos. Hasta nunca padres, hermanos y allegados míos. Os recordaré, hasta el último minuto, disfrutando de los bienes regalados por la naturaleza: playas,ríos, fuentes, montañas, bosques... Reviviré nuestras excursiones, viajaré de nuevo entre los los países que recuerde aún mi memoria y admiraré otra vez sus bellezas.

Me detendré un momento en algún instante en que os vea reunidos en torno a la frescura de una fuente,sentados en la hierba y a la sombra de algún árbol frondoso que nos cubra a todos. En mi último pensamiento os veré allí, junto a mí disfrutando de la vida. Y sentiré una profunda tristeza por lo perdido, por lo irremediable de nuestra estupidez.

Adiós. Mejor hacerlo ahora cuando aún hay tiempo para las despedidas. Después ya no habrá tiempo ni siquiera para esto.

Os quiero pese a todo, como se quiere a un amigo o a un hermano, aún en medio de su crimen. Y yo también soy culpable. Acepto la parte que me toca. Asumo el castigo en lo que a mí concierne; pero a los más jóvenes, a los niños, a los que aún no han nacido... no puedo siguiera pediros perdón. Nuestro pecado es imperdonable.

Adiós a todos. En el ocaso de la vida, solo nos queda el ayer.

Atte.

Jesús M. 



Carta de despedida a mi madre Tierra.

Como hijo tuyo, como criatura que vivió gracias a ti, quiero pedirte perdón.

Me hiciste, me criaste, me mantuviste en la madurez y, aún, me sostienes entre tus viejos y cansados brazos en estos años del ocaso. Nunca te lo agradeceré bastante.


Me regalaste los juguetes más preciosos que un niño pudiera desear: playas de arenas doradas, frescos ríos saltarines, praderas de hierba verde donde corretear, lejanas montañas a las que conquistar en tus sueños, cielos de infinitos blancos y azules, árboles misteriosos que ascendías con valentía sin explicarte cómo, flores maravillosas para oler, cortar o regalar... ¡Tantas cosas!

Y ahora, madre, como hijo pródigo, derrochador de tu herencia, he despilfarrado tus dones. En los próximos años veré ensuciarse el azul de tus cielos, se oscurecerá el agua de tus ríos, las arenas de las playas serán sepultadas por residuos plásticos, las flores... ¿olerán aún las flores?




Perdón y adiós. Sé que aún nos quieres. Sé que no nos guardas rencor ¿Cómo puede odiar una madre a uno de sus hijos? Pero entiendo la profunda tristeza a la que te hemos llevado. Esa tristeza, al final, también será nuestra cuando un día comprendamos.

Tu hijo.

Jesús M.


Está dicho; está escrito

En una entrevista de Andrea Ropero a Noam Chomsky; este alerta del cambio climático: "Nos acercamos al momento en el que nos podemos ir despidiendo unos de otros".
Chomsky lo tiene claro: "Tenemos una ventana de oportunidad muy estrecha para resolver los problemas y frenar la destrucción del medio ambiente". "Si llegamos a esos puntos de inflexión, que son irreversibles, básicamente nos podemos ir despidiendo los unos de los otros", advierte Chomsky, que alerta de que "nos estamos acercando muchísimo a ese momento".  

Además, el filósofo y analista internacional destaca la guerra de Ucrania: "Una de sus consecuencias más aterradoras es el aumento del uso de los combustibles fósiles y los planes para seguir prolongando su uso". "Las corporaciones energéticas están eufóricas por los beneficios", destaca Chomsky, que critica que "es el capitalismo salvaje volviéndose loco": "Vamos a generar todos los beneficios que podamos aunque sepamos que estamos destruyendo cualquier posibilidad de supervivencia en unos años"


Rosalía de Castro lo expresó como nadie

Este poema, tan íntimo y concreto, describe la nostalgia por la naturaleza perdida. Los paisajes de la infancia y juventud que nunca ya, podremos volver a contemplar. Aunque nunca imaginara la gran poetisa gallega que el fin de sus ríos y fontes lo ocasionara el cambio climático en vez de una obligada separación; los sentimientos y la belleza de las imágenes se ajustan a nuestra situación en ciernes.

Adiós ríos, adiós fontes

Adiós ríos, adiós fontes
adiós, regatos pequenos;
adiós, vista dos meus ollos,
non sei cándo nos veremos

Miña terra, miña terra,
terra donde m’eu criei,
hortiña que quero tanto,
figueiriñas que prantei

Prados, ríos, arboredas,
pinares que move o vento,
paxariños piadores,
casiña d’o meu contento

Muiño dos castañares,
noites craras do luar,
campaniñas timbradoiras
da igrexiña do lugar

Amoriñas das silveiras
que eu lle daba ó meu amor,
camiñiños antre o millo,
¡adiós para sempre adiós!

¡Adiós, gloria! ¡Adiós, contento!
¡Deixo a casa onde nacín,
deixo a aldea que conoso,
por un mundo que non vin!

Deixo amigos por extraños,
deixo a veiga polo mar;
deixo, en fin, canto ben quero…
¡quén puidera non deixar!

[…]

Adiós, adiós, que me vou,
herbiñas do camposanto,
donde meu pai se enterrou,
herbiñas que biquei tanto,

[…]

Xa se oien lonxe, moi lonxe,
as campanas do pomar;
para min, ¡ai!, coitadiño,
nunca máis han de tocar

[…]

¡Adiós tamén, queridiña…
Adiós por sempre quizáis!…
Dígoche este adiós chorando
desde a beiriña do mar

Non me olvides, queridiña,
si morro de soidás…
tantas légoas mar adentro…
¡Miña casiña!, ¡meu lar!

 

Adiós ríos, adiós fuentes

Adiós, ríos; adiós, fuentes;
adiós, arroyos pequeños;
adiós, vista de mis ojos,
no sé cuando nos veremos

Tierra mía, tierra mía,
tierra donde me crié,
huertecilla que tanto amo
higueruelas que planté

Prados, ríos, arboledas,
pinares que mueve el viento,
pajarillos piadores,
casitas de mi contento

Molino entre castaños,
noches de luz de luna
campanitas timbradoras
de la iglesia del lugar

Zarzamoras de las zarzas
que le daba yo a mi amor
caminos de los maizales
¡adiós para siempre adiós!

¡Adiós, gloria! ¡Adiós, contento!
¡Casa donde yo nací,
dejo mi pequeño pueblo,
por un mundo que no vi!

Dejo amigos por extraños,
dejo vegas por el mar,
dejo en fin, cuanto bien quiero…
¡quién pudiera no dejar!

[…]

Adiós, adiós, que me voy,
hierbas de mi camposanto,
donde padre se enterró,
hierbas que he besado tanto

[…]

Ya se oyen lejos, muy lejos
campanas del manzanal
para mí, ¡ay! pobrecillo
nunca más me tocarán

[…]

¡Adiós también, ay querida…
Adiós por siempre quizás!
Te digo este adiós llorando
desde la orilla del mar

No me olvides, ay querida,
si muero de soledad…
tantas leguas mar adentro
¡Adiós mi casa!, ¡mi hogar!

TRADUCIÓN AO ESPAÑOL DE AMADEO MAGARIÑOS



Y la música de Amancio Prada se ajusta como un guante al poema.



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