lunes, 23 de julio de 2018

Ahora que estás callada creo en tus palabras.


Es sorprendente la capacidad de escucharse a sí mismos que poseen algunas personas. En su avaricioso monólogo es capaz de insistir en trivialidades mientras se le comunican noticias trascendentes. Existe un horror vacui a no llenar la conversación de palabras, a quedarse callado: un pánico al silencio que tratan de llenar con una verborrea insulsa, pero con apariencia de comunicación. ¡Como si comunicarse consistiera en hablar sin parar!
Me exasperan las personas que me roban mi espacio y mi tiempo comunicativo, que se apoderan de mi turno, que interrumpen mi mensaje para superponer el suyo... las que nos intentan convencer de que todo lo saben, de que su anécdota es mejor, de que la idea que exponemos la pensaron ellas antes... Me revienta que me interrumpan continuamente diciendo "escucha"... justo cuando me tocaba hablar, justo cuando ellas acababan de terminar... Reclamo mis 5 minutos de exposición, mi derecho a ser escuchado sin interrupción. Su taquilalia es una cortina de humo para ocultar tus auténticos pensamientos. El torrente verbal que despliegan es una cascada de obviedades, una catarata de simplezas. Y no acepto su juego de quitarse la palabra, de celebrar continuamente lo que se dice para, a continuación, pasar a oficiante de mi discurso.

Hay personas que no comprenden el valor inapreciable del silencio. Eso es algo que solo entenderá   completamente el que perdió la capacidad para escucharlo.Quizás algún día lo consigan. Entonces, cuando esté callada creeré en sus palabras.

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