lunes, 7 de mayo de 2018

Sin perdón no hay futuro, pero sin confesión no hay perdón. ETA no confiesa.


Se llamaba José Vicente Del Val del Río y fue ametrallado por ETA el 5 de marzo de 1978. El 25 del mismo mes fallecía. Tenía 21 años. Fuimos amigos y vecinos del mismo barrio (Calle San Joaquín, en Burgos) cuando contábamos apenas 5 -6 años y terminamos siendo compañeros de estudios en los internados de Miraflores y Arévalo entre los 12 y 15. Luego nos habíamos visto ocasionalmente en Burgos.

Mientras yo hacía la mili en Almería, él ingresó en la Policía Armada. Llevaba 8 meses en el cuerpo y sólo tres de destino en Vitoria cuando el vehículo en que se encontraba con otros 4 policías fue ametrallado por dos miembros de la banda terrorista del comando Araba. Dos compañeros murieron en el acto y otros tres resultaron heridos graves. José Vicente murió 19 días después tras una intervención a vida o muerte. Estuve en su entierro.






Al volver a casa escribí una líneas,  un poema con pretensión de homenaje al amigo y de condena a los asesinos.



Has salido a matar y vuelves tarde,
oculta en tu valija la máquina asesina.
En la tarde caliente húmeda de sangre
expiran los cadáveres a tus espaldas,
vidas como mies segada en julio.

Niegas a tu corazón el permiso del espanto,
riegas tu cuerpo con la emoción del miedo,
reviven tus ojos la danza de los estampidos
mientras suenan las sirenas de la caza.

La policía y la culpa alientan en tu nuca,
corres y jadeas hasta encontrar tu cueva
donde enroscas y abrazas la serpiente.

Con el frio del amanecer y de la muerte
gotas de sangre resbalan por los periódicos,
algún animal ferozmente humano
las sorbe poco a poco, las saborea.




El jueves, 20 de noviembre de 2011, ETA anunciaba tras 43 años el cese definitivo de la violencia terrorista.

Con una escenificación estudiada incluyendo conferencia internacional, mediadores de postín, comunicado con capucha y optimismo post (por Bildu) y pre (por el grupo Amaiur) electoral. Con ese tejido de declaraciones lleno de ambigüedades, olvidos, manipulaciones lingüísticas se nos presenta la nueva etapa tan esperada en el País Vasco (Euskadi si se prefiere) y España. Las víctimas, las grandes ausentes -es una obviedad en lo físico, que no en lo espiritual-, desconfían. De cómo se maneje este proceso dependerá su sosiego o su rabia incrementada.

En un clamor de partidos, asociaciones, políticos y personajes varios se pide "no olvidar" y evitar la manipulación de los que quieren "reescribir la historia". En aquellas fechas escribí en mi blog una entrada como recuerdo y testimonio de mi amigo muerto.

Jose Vicente, mi amigo, en el centro de la imagen. Arévalo, 1970.

Hoy día, el 3 de mayo de 2018, ETA anuncia mediante una carta su definitiva disolución después de 60 años de actividad. En el escrito enviado a los medios ETA justifica su historia de terror y se enorgullece de su pasado sangriento. Si ha habido culpable alguno, este ha sido el estado y el pueblo español como sociedad represora de las libertades de Euskadi, señala. No hay asomo de arrepentimiento por su parte ni reconocimiento del fracaso político, social y militar sufrido.

Ante una sociedad dividida y marginada, ante el sufriente colectivo de los señalados, apartados, estigmatizados y castigados, ETA no muestra arrepentimiento alguno. En otras latitudes, tras el aparheit surafricano, el presidente de la Comisión para la Verdad y la Reconciliación en Sudáfrica, el arzobispo Desmon Tutu estableció como lema de la misma : "Sin perdón no hay futuro, pero sin confesión no puede haber perdón". Hace justo 20 años, en 1998, tras el informe oficial entregado al entonces presidente Nelson Mandela, las personas que eran identificadas como víctimas de graves violaciones a los derechos humanos eran invitadas a prestar declaración sobre sus experiencias. Muchas de estas víctimas ofrecieron sus relatos en audiencias públicas. Los autores de los hechos violentos podían también confesar sus crímenes, y eran sus propias víctimas las que decidían si concederles la impunidad. El tribunal de la TRC nunca funcionó como equipo judicial, sino como intermediario entre víctimas y agresores. Aunque hay casos concretos de "arrepentidos" y esclarecedoras iniciativas pedagógicas por parte de las víctimas en centros educativos contando sus experiencias y mostrando sus sentimientos, se echa de menos la presencia "en confesionario" de la mayoría de los etarras, muchos de los cuales tienen fuertes raíces cristianas.

Una tríada rítmica y trágica resume la historia de ETA:
"Primero la estola,
después la pistola
y ahora la trola."
pues cierto es que podemos rastrear sus orígenes en un grupo de jóvenes de la universidad jesuíta de Deusto (algunos afirman incluso que su origen estuvo en los seminarios), que la pistola ha sido su "instrumento" de diálogo y que, en lo que se refiere a negociaciones y comunicados, la mentira y la manipulación han sido constantes.

Es el momento por tanto de recordar, dar fe, enfrentar la sangre derramada contra los carteles de presos y "héroes" etarras. Y perdonar, sí, pero sólo a aquel que se confiese y cumpla la penitencia. Como devotos cristianos, por lo que se tienen muchos, saben que sólo puede ser así.

Os lo reclaman 854 víctimas.

Quizá en el futuro, en ese futuro de perdón, podamos pasear con nuestros hijos en paz por una luminosa calle bautizada con el nombre de alguna de aquellas víctimas ejecutadas a sangre fría. Hoy descubro que aquel amigo de la infancia muerto bajo la metralla, presta nombre a una nueva calle de su ciudad natal. Ese será nuestro recuerdo. Un recuerdo que borre el interesado relato de una banda que se disuelve. Adiós ETA, nunca más hablaré de ti: tienes vedada la entrada a nuestro recuerdo.

Calle de José Vicente del Val. Burgos. 

2 comentarios:

  1. Soy hermana de Jose Vicente del Val. Me ha hecho mucha ilusión ver esa foto en Arévalo de mi hermano. No se si podrias enviarme una copia. Gracias. Rocío

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  2. Ha pasado casi un año y, hasta ahora, no había leído tu comentario. Mis disculpas, estaba enfrascado en otros proyectos y tenía este blog un poco abandonado.

    Naturalmente que podría enviarte una copia. Podría editar alguna copia más grande que la que aparece aquí (y podría buscar alguna foto más; alguna tengo, acaso una o dos, de aquellos tiempos). También la puedes descargar de aquí directamente, pero de tamaño reducido.

    Me alegro de haber llegado tan cerca de mi antiguo amigo, al lado de su hermana, precisamente. Alguna vez me he cruzado con vuestra madre. Mi madre la conoce y muchas veces se detienen a charlar. Pero nunca he entablado conversación con ella, supongo que por pudor, sobre este tema. No creo que me recuerde.

    Si quieres esa foto necesitaría un correo electrónico. Con gusto te la enviaría.

    Saludos afectuosos.

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