El partido masculinista está preparado para estos arranques populistas, pues tiene experiencia en propuestas fantasiosas como talar las benefactoras melias que nos dan sombra, hacer una piscina en el patio, alzar casetas sin ton ni son, levantar pavimentos, forrar las paredes del edificio, edificar cenadores, comprar todoterrenos...Su cabeza visible el diputado J. Marcial G. aduce que el presupuesto es el que es y no conviene despilfarrarlo. En ocasiones se ha sentido ninguneado por la otra parte y la bronca parlamentaria ha subido de tono.
Después de reñidas sesiones parlamentarias (diurnas e, inclusive, nocturnas) el partido masculinista ha cedido a la reconversión territorial y se ha procedido a la demolición de infraestructuras en buen uso para levantar pretendidos espacios de habitabilidad de vistosa factura (lo de vistosa es cuestionable, pues lo reducido del espacio hace que el baño -el palacio dorado de toda mujer- haya de ser un espacio minúsculo y abarrotado desde el momento en que incluyes inodoro, plato de ducha y lavabo. El espacio de movilidad queda entonces reducido a la mínima expresión de una baldosa donde bailar un chotis muy agarradito con la brillante aparejadora de la oposición parlamentaria). ¡A lo hecho, pecho! decide el representante masculinista y se aplica con presteza a zanjar el asunto mientras piensa, triste, en las pobres opciones que tiene de volver a levantar la infraestructura perdida de su hogar desforestando su hilera de leylandis y arrasando jardineras del jardín. Entonces se presta a colaborar opinando sobre disposición de espacios, gestionando la compra de elementos, atendiendo las necesidades de las empresas constructoras... Pero hete aquí que cualquier decisión que, razonadamente toma, es rebatida y rechazada por la otra parte que es capaz de un extenuante filibusterismo parlamentario con tal de salirse con la suya. La parte protestante, que solo se presenta a los plenos, descuida los trabajos y estudios previos pero se reserva el derecho de veto y de propuesta nueva en cada momento. La actividad parlamentaria se deteriora rápidamente y el valor de la "marca RIMC" de hunde en los mercados familiares.
El diputado masculinista está preocupado por el dudoso empleo de los fondos republicanos en obras de dudosa necesidad y le gustaría un reparto más razonable del presupuesto también en otras actividades: educativas, de ocio, ahorro... reclama de la oposición un poco de mesura en los regalos y donaciones a otras repúblicas en las que apenas obtiene réditos. Así se lo hace ver en sesión parlamentaria, pero la oposición no está dispuesta a ceder lo más mínimo en su hoja de ruta. El caso es que en el gobierno de la RIMC se está echando mano del dinero de las pensiones alegremente dejando la bolsa vacía.
El diputado masculinista ha pensado a veces abandonar la política. Al final le puede su vocación parlamentaria, su talante negociador y su ilusión por que la RIMC sea un hogar acogedor para todos sus habitantes. Con gran esfuerzo se conforma ante las vicisitudes parlamentarias recordando, como decía Churchil, que la política es desayunarse un sapo cada mañana.
La diputada Charo Z. acaba de llamarle hace un momento. En ese instante le anuncia que ya tiene en mente la renovación total de la cocina y se puede aprovechar la actual situación de obras para acometerla enseguida ¡y que será innegociable!
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