Dice Cesar Pavese “Cuando somos jóvenes lamentamos no tener una mujer, cuando nos hacemos viejos lamentamos no tener a la mujer.” Nunca mejor se ha explicado, como aquí, la importancia de un determinante. El artículo indeterminado alude a cualquier mujer, a lo que en común tienen todas: cierta forma de ser, su cuerpo apetecible... pero el determinado especifica que queremos a la mujer que hemos conocido, la que definitivamente queremos para siempre en nuestras vidas.
Otras construcciones del lenguaje son usadas en cierto sentido contra toda lógica.Es sorprendente lo que ocurre, por ejemplo, con la doble negación. Aquí patinamos todos con el álgebra de Boole. "El complementario del complementario de un conjunto es el propio conjunto" es una regla de la lógica. O sea, cuando decimos que "no hay nada" es que hay algo. Y cuando el filósofo griego Sócrates, citado por Platón, decía que "solo sé que no sé nada" es que sabía algo.
Como aperitivo ilustro ya con una foto cuya interpretación sintáctica es diametralmente opuesta al mensaje pretendido... ¡Menos mal que el contexto y el sentido común son factores importantes de la comunicación y compensan este desaguisado!
Porque ante el acoso y la fuerza, un "no es no" significa que "sí". Vamos que por una coma se aceptaría una violación (Lo correcto sería: "No: ¡es no!"). Así mismo pasa con ¡Nunca jamás! (o sea, alguna vez); en este caso el uso de una simple coma aclararía que es una enumeración reiterativa no una doble negación. ¿Son importantes o no los signos de puntuación?
A veces bautizamos a una persona o grupo con algún adjetivo con potencial corrosivo; así "podemitas" (de aceptable construcción gramatical) encierra la mala uva de asociarlos a "sodomitas", gentilicio de la ciudad de Sodoma cuyos habitantes practicaban un vicio particular que fue bautizado con su nombre. O "peperos", sufijo peyorativo aplicado a "gente de baja estofa" (raperos, peseteros, chapuceros, moteros, alucineros...). Podríamos seguir con otros caramelos envenenados en forma de apelativos: españolazos, naranjitos...
Debemos tener en cuenta que maltratamos nuestra lengua (y recargamos inútilmente nuestros mensajes con elementos accesorios) en las perífrasis como "para nada": ¿qué puede ser más contundente que un "no" a secas". Por no hablar de las redundancias y pleonasmos: "subo para arriba", “ambas dos”, "cállate la boca", "caminaron a pie", "lámpara de luz"... O directamente intercambiando el código genético de verbos de distinta especie obteniendo un híbrido quimérico: de la frase en singular "ve a casa de tu hermano" (v. ir) hemos pasado a "ves a la casa de tu hermano" (v. ver)"
Del uso de la tilde no vamos a hablar mucho, ya en una ocasión traté el tema. Solo acercaré al lector algún pequeño tesoro que he encontrado en mis búsquedas: Debe usarse la tilde; entre ¿Te gusto? y ¿Te gustó? hay un polvo de diferencia...
También has de saber que una coma salva vidas: "Vamos a comer, niños" es una advertencia inocua "Vamos a comer niños", a más de infanticidio, invita al canibalismo.
El desconocer el auténtico significado real de una palabra puede desconcertarnos: ¿Cómo es posible que dos coches choquen frontalmente si circulan en la misma dirección"; ¿O que dos y dos no sean cuatro?
Como aperitivo ilustro ya con una foto cuya interpretación sintáctica es diametralmente opuesta al mensaje pretendido... ¡Menos mal que el contexto y el sentido común son factores importantes de la comunicación y compensan este desaguisado!
Porque ante el acoso y la fuerza, un "no es no" significa que "sí". Vamos que por una coma se aceptaría una violación (Lo correcto sería: "No: ¡es no!"). Así mismo pasa con ¡Nunca jamás! (o sea, alguna vez); en este caso el uso de una simple coma aclararía que es una enumeración reiterativa no una doble negación. ¿Son importantes o no los signos de puntuación?
A veces bautizamos a una persona o grupo con algún adjetivo con potencial corrosivo; así "podemitas" (de aceptable construcción gramatical) encierra la mala uva de asociarlos a "sodomitas", gentilicio de la ciudad de Sodoma cuyos habitantes practicaban un vicio particular que fue bautizado con su nombre. O "peperos", sufijo peyorativo aplicado a "gente de baja estofa" (raperos, peseteros, chapuceros, moteros, alucineros...). Podríamos seguir con otros caramelos envenenados en forma de apelativos: españolazos, naranjitos...
Debemos tener en cuenta que maltratamos nuestra lengua (y recargamos inútilmente nuestros mensajes con elementos accesorios) en las perífrasis como "para nada": ¿qué puede ser más contundente que un "no" a secas". Por no hablar de las redundancias y pleonasmos: "subo para arriba", “ambas dos”, "cállate la boca", "caminaron a pie", "lámpara de luz"... O directamente intercambiando el código genético de verbos de distinta especie obteniendo un híbrido quimérico: de la frase en singular "ve a casa de tu hermano" (v. ir) hemos pasado a "ves a la casa de tu hermano" (v. ver)"
Del uso de la tilde no vamos a hablar mucho, ya en una ocasión traté el tema. Solo acercaré al lector algún pequeño tesoro que he encontrado en mis búsquedas: Debe usarse la tilde; entre ¿Te gusto? y ¿Te gustó? hay un polvo de diferencia...
También has de saber que una coma salva vidas: "Vamos a comer, niños" es una advertencia inocua "Vamos a comer niños", a más de infanticidio, invita al canibalismo.
El desconocer el auténtico significado real de una palabra puede desconcertarnos: ¿Cómo es posible que dos coches choquen frontalmente si circulan en la misma dirección"; ¿O que dos y dos no sean cuatro?
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