lunes, 15 de abril de 2024

Los fascinantes Insectos


Ahora que las abejas están desapareciendo del planeta deberíamos reflexionar sobre la extraordinaria importancia de los insectos en el ecosistema. Esos pensamientos nos provocarán una incómoda preocupación. Es un clásico citar la famosa frase, atribuida al genio de Albert Einstein, que nos advierte de que "Si las abejas desaparecieran de la faz de la Tierra, a la humanidad le quedarían cuatro años de existencia, ya que los cultivos de alimentos no tendrían quien los polinizara". 

Pero, aliviando un poco el peso de la trascendencia, también los insectos nos ofrecen otras perspectivas fascinantes. Recuerdo haber leído hace tiempo la curiosa historia de cómo unos niños rusos habían utilizado las cucarachas para falsificar sus boletines de notas. (Hoy en día obtendrían resultados dudosos incluso con la milagrosa goma de goma de photoshop). Aquellas brillantes mentes infantiles habían ideado capturar cucarachas, someterlas a un ayuno de semanas y después colocarlas en una caja cerrada con el boletín en el que habían repasado con un palillo impregnado de mermelada sus insuficientes. Los hambrientos insectos se abalanzaban sobre la melaza para devorarla. Tal era el hambre y la glotonería que manifestaban que, una vez acabada la confitura seguían mordisqueando con sus diminutas mandíbulas el papel produciendo un fino lijado de su superficie. La tinta, así, desaparecía y no se notaba. Solo quedaba rellenar con sobresalientes y papá y mamá se sentirían muy satisfechos.  

Algo parecido, como procedimiento delictivo de mucha mayor gravedad, se ha aplicado a la estafa mediante la falsificación de documentos de pertenencia de tierras en Brasil. Existe una palabra en portugués que describe una práctica antigua utilizada por desaprensivos para falsificar documentos que certifiquen la titularidad de una tierra desde tiempo inmemorial. La palabra e "grilagem" y describe una práctica para envejecer el papel del documento consistente en poner el documento falsificado en una caja a la que arrojaban grillos ("grilo" en portugués). Al cabo de unas semanas el documento amarillea ba e incluso aparecía con diminutos agujeritos como si fuera un documento de siglos. que les permitía, de forma ilícita, legalizar su propiedad para desforestarla a placer. Este crimen ha determinado hasta hoy día la destrucción de gran parte de la biomasa en la mayor selva tropical del planeta.


Otra aplicación fascinante de los insectos la podemos descubrir en la película Apocalypto (2006; dirigida por Mel Gibson) cuando los protagonistas aplican sutura a una herida mediante las mandíbulas de hormigas gigantes (parece que en la película eran hormigas soldados de Hormiga Atta, aunque otros aseguran que se adaptan mucho mejor a este fin las mandíbulas de las Eciton soldado).
En algunas tribus de África y Sudamérica ha sido tradicional utilizar a las hormigas para coser heridas. Primero dejan que las hormigas muerdan los bordes de la herida cerrándola, después arrancan el cuerpo de la hormiga dejando solo la cabeza (las mandíbulas se quedan fijas) y por tanto la herida cerrada. Las heridas suturadas con las cabezas de las hormigas no infectan, pues en la boca de la hormiga hay antibioticos e antifungicos naturales.


Esta costumbre de algunas zonas de África, India y el sur de América, que utilizan las hormigas como grapas de sutura están documentadas desde el año 1000 a.C.
Las especies más comúnmente utilizadas son las hormigas soldado y también algunos tipos de escarabajo. Lo que suele hacerse es aprovechar las potentes mandíbulas de estos insectos para aproximar ambos bordes de la herida. Las colocan de forma que la hormiga muerda ambos bordes y al cerrar la mandíbula por un acto reflejo al arrancarles el resto del cuerpo. hace que estos se junten. Las mandíbulas mantienen su posición una vez decapitadas. La cabeza de la hormiga es posteriormente expulsada por el cuerpo cuando la herida está cerrada. 
Hay que tener en cuenta que muchas hormigas producen ácido fórmico, es un veneno que les sirve para defenderse, doloroso y urticante. Está presente también en las ortigas. Este ácido sería irritante pero las característica antibacterianas y fúngicas de las hormigas que laboran entre los hongos del suelo pueden compensar la irritación.

Otro curiosísima propiedad de los insectos (en este caso de las vulgares moscas) lo encontré en una historia contada por un superviviente de los campos de concentración en la II Guerra Mundial. Contaba, esta persona que internado en uno de los campos y preso de una grave infección en una herida, a punto de gangrenarse, recurrió al consejo de un médico judío. Este, carente de toda medicina en el campo, le aconsejó acercarse a las infectas letrinas del campo con la herida descubierta y expuesta a las moscas. Debía dejar que se posaran sobre ella y pusieran sus huevos sobre la carne en descomposición que las atraía sobre manera. 
El propósito es que  las moscas desovaran entre la carne corrompida y, posteriormente, las larvas que se alimentan de materia en putrefacción limpiaran la herida al alimentarse de la misma. Esto salvó su vida y la de muchos prisioneros y es una sorprendente demostración de las maravillosas cualidades de los insectos.

No voy a extenderme más sobre las aplicaciones prácticas que los insectos pueden  aportar al hombre. Hay un amplio horizonte por descubrir en este campo.  Hoy en día, la capacidad de orientarse por luz polarizada de las abejas, la vista infrarroja de las garrapatas que te persiguen aunque, con sus ojos, no puedan verte (lo tengo comprobado por mí mismo, en un caso que resulté infectado), la referencia de la luna en el vuelo de las polillas (que las lleva, engañadas por su luz, a girar compulsivamente alrededor de las farolas), las características de la articulación neumática de las extremidades de las arañas (algo que se intenta aprovechar para construir diminutos robots) o la delicada ingeniería de sus telas... todo ello nos fascina y debe hacernos  comprender y respetar su importancia en nuestro ecosistema; es decir en nuestra vida.  


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