Reflexiones de un jubilado jugando a la
petanca
La noche del último día laboral de su vida
se acostó soñando con el día siguiente donde comenzaría una etapa de júbilo y holganza:
podría viajar, leer, tomarse sus cafecitos, jugar al mus…
Al día siguiente se despertarse escuchando
la voz gritona de su mujer:
- ¡Levanta, gandul! Tienes que limpiar la
casa, hacer la compra, preparar la comida, recoger a los nietos a la salida del
cole y después, como te sobrará un montón de tiempo, arreglar las barras de las
cortinas…
Ella, se marchó rebosando dignidad
laboral rumbo a su trabajo. Le esperaba una entretenida jornada de amenos
quehaceres amenizados con la cháchara con las compañeras. Él quedaba a cargo de
todo y en la soledad de un Rodríguez forzoso.
En la partida de petanca, por la tarde,
sopesaba las bolas del antes y el después en su vida: decidió que tanto pesaban
la una como la otra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por decidirte a comentar este artículo. Tu opinión y tus aportaciones son importantes para mí y mis lectores.