viernes, 25 de enero de 2019

Sad Hill

Hace algunos años escribía:
"Uno ha visto ya muchas tumbas. Uno, de niño, acudió al camposanto burgalés a despedir a vecinos y familiares. Después repitió la escena en distintos escenarios: el pequeño pueblo castellano de Ayuela y sus poblados vecinos, el manchego de Palomares del campo, la alcarreña ciudad de Guadalajara, la populosa Madrid... Uno también ha contemplado el mismísimo sarcófago dorado de Tutankamon, la necrópolis visigótica de Recópolis, fosas antropomorfas de Cuyacabras en Burgos, caóticos amontonamientos de lápidas judías en Praga, coquetas sepulturas suizas en Les Brenets, tumbas árabes en el santuario de Ali Ben Rachid... Pero el camposanto que realmente me pareció más sugerente, el más original, fue el creado en agrestes parajes del pueblo burgalés de  Contreras, en la Sierra de la Demanda, especialmente para la película "El bueno, el feo y el malo". Sí, recuerdo muy bien, las opresivas  panorámicas y los vertiginosos travellings entre los sepulcros en círculo de aquel extraño

Cementerio


Ese bosque de lápidas y cruces desplegadas en círculos en torno a una plaza central empedrada es una de las más inspirada representaciones del caos, del loco afán de la vida. Ni una palabra en minutos: solo la música bellísima de Ennio Morricone elevándose en bucles sonoros que parecen acompañar la errática y frenética búsqueda de Tuco entre las tumbas. Es una escena memorable. Siempre será uno de mis cementerios favoritos aunque, hoy en día solo sea una imagen virtual: el cementerio de Sad Hill ya no existe.

Con muy buen criterio los habitantes de la zona intentan recuperar la memoria de la cinta y rescatar los escenarios. Han surgido iniciativas turísticas al respecto e, incluso, el Geolodía (actividad divulgativa anual que se celebra en muchas de las provincias españolas) del año 2016 dedicó la jornada a recorrer la ruta de su rodaje y analizar el paisaje.

¿Y por qué no reconstruir el mítico cementerio de Sad Hill? Merecería la pena. Tienen mi visita asegurada."


Y en los primeros días de este año 2019 he cumplido la promesa y visité Sad Hill en compañía de mi hermano Miguel que ejerció de anfitrión, pues ya lo conocía. Madrugamos un poco (lo justo con estos fríos) pues habíamos de estar de vuelta para la comida. Mi hermano condujo por la carretera de Soria para desviarse en Barbadillo del Mercado hacia el vecino pueblo de Contreras, lugar desde el que parte una pista en regular estado que te lleva, en unos cinco kilómetros,  hasta el nuevo vallado del famoso cementerio. Como curiosidad, en el trayecto, podemos ver a nuestra derecha un rústico monumento a Félix Rodríguez de la Fuente y otro contiguo al "burro" con curiosas alusiones a algunas autoridades locales.
Al llegar y salir del coche nos abrigamos. El sol apenas había rebasado el perfil de colinas del horizonte y el frío se hacía notar. Como compensación el aire estaba limpio y el día era claro. El sol rasante dibujaba largas sombras tras las cruces pero no había forma de hacer una foto decente con esos contraluces. Dejamos la cámara para el final, cuando tras inspeccionar algunas de las miles de cruces alineadas en círculos concéntricos, tuviéramos el sol de espaldas. Mientras tanto tomamos algunas instantáneas de las rústicas esculturas y figuras en forja de pistolas y pistoleros. Disfrutamos de media hora en soledad antes de que comenzaran a aparecer visitantes por docenas. Las fotos entonces perdían su autenticidad y decidimos dar un paseo por el valle que asciende hasta las tumbas, en dirección al sol naciente. Entre la humedad del riachuelo que discurría por el fondo seguimos su curso unos cinco kilómetros hasta su desembocadura en el río Mataviejas, justo al lado de la carretera BU-910 que une el pueblo de Carazo con Santo Domingo de Silos. Como dos auténticos "boys", encontramos muchas "cows" en las laderas entre las que hubimos de pasar venciendo una leve desconfianza pues las vacas no dejan de mirarte hasta que, apenas a unos metros, deciden apartarse finalmente con calma infinita. Aprovechamos el frío (que mantenía la tierra helada como permafrost) para poder pisar terreno firme; durante la vuelta con el sol ya alto, el barro entorpecía nuestra marcha. En el retorno nos desviamos a propósito por un camino que discurre por lo alto del valle, a nuestra derecha, y circunda finalmente la colina que flanquea el cementerio.
Nos despedimos del lugar comiendo un buen trozo de panetone desde lo alto del camino de Contreras a Santo Domingo de Silos que ofrecía una panorámica espectacular del sitio. Esa pista (accesible con coche aunque a algunos puede meterles miedo) es otra opción para llegar al cementerio, en este caso desde la localidad silense.

Sobre este cementerio conviene conocer algunos datos para comprender en su justa perspectiva la visita.
La película ‘El Bueno, el Feo y el Malo’ figura en la historia del cine como obra antológica del spaghetti western. En el verano de 1966 el director Sergio Leone, buscando localizaciones para su película, encontró en la Peña de Villanueva y en el valle de Arlanza algunos de los escenarios adecuados para el rodaje de El Bueno, el Feo y el Malo. Tras el rodaje, el lugar permaneció abandonado durante 49 años hasta que en octubre de 2015 comenzaron los trabajos de recuperación del cementerio a manos de voluntarios de la Asociación Cultural Sad Hill. El empedrado central cubierto por una capa vegetal fue desenterrado durante meses y mediante una campaña de crowdfunding se financió la colocación de las cruces en su posición original. Todo el proceso de reconstrucción fue registrado en el documental ‘Sad Hill Unearthed’ de Guillermo de Oliveira.
En la red podemos encontrar varios vídeos que tratan también el tema. 





He aquí algunas fotos interesantes (tomadas de Google maps)


Panorámica aérea del cementerio circular. 


Valle por el que transcurre el paseo descrito hasta el río Mataviejas.



Extraño fantasma que logra fotografiar "Google". ¿Acaso algún espíritu que ha salido de las tumbas?

Y aquí algunas personales de mediocre calidad




















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