Actividad: Recupera el paradigma que creaste en la actividad 2 del Módulo 4 y, tomándolo como base, redacta el inicio de tu historia. Hazlo rápido, evitando distracciones y sin detenerte a pensar demasiado. Una vez hecho, no revises lo escrito. Envíalo a la plataforma directamente y olvídate de ello hasta el próximo módulo.
Extensión
máxima: 2 páginas, con fuente Georgia 11 e interlineado 1,5.
Estoy preparando la comida y el silbidito del
whatsapp llama mi atención. Lo escucho de pasada pues no suelo hacer caso del
móvil más que a determinadas horas que suelen ser las últimas del día. Cojo el
aparto y le desenchufo el cable de carga para leerlo cómodamente en el sofá.
Cuando miro la pantalla principal me sorprendo. Junto al pequeño bocadillo
verde del icono con telefonito veo una cifra en rojo: ¡228 mensajes en una
mañana! Y todos en el grupo familiar de mi mujer, naturalmente…
Empiezo a leer. El asunto ese del coronavirus
parece que se ha desbordado. Las bromas referidas a chinos con mascarilla se
tornaron hace días en memes sobre italianos abarrotando hospitales y hoy
parecen concentrarse en decisiones sorprendentes en España: “La Comunidad de
Madrid aprueba medidas extraordinarias por el coronavirus”… Se suspenden las
clases en primaria y secundaria… Mi sobrino Jorge (en primero de ESO) inunda
sus mensajes con caritas sonrientes y algún que otro signo de la victoria. Mi
sobrina estela, con cuatro meses de embarazo, marca en verde sobre un documento
escaneado el artículo relativo a la suspensión de las pruebas diagnósticas en
hospitales. Su ecografía tendrá que esperar… Sigue una discusión larguísima con
su tía, que es precisamente la ginecóloga que la trata. Parece que tendrá que
esperar… ¿Cuánto?... Lo que haga falta… ¡Pero, tía…! Se rumorea que se
producirá un cierre de fronteras en Europa… ¡Dios, mío! Enseguida me acuerdo de
que mi sobrino Ángel apenas lleva una semana en Amsterdam realizando prácticas
en una empresa holandesa. Enseguida entro en mi propio grupo familiar y les solicito información sobre la situación.
Al poco, su padre, me comunica que están realizando gestiones para traerle
urgentemente. La cosa pinta mal, pues han suspendido la mayoría de los vuelos…
andan tras la posibilidad de conseguir un pasaje en uno de los últimos embarques
a precio de oro…
-
¡Nos obligan a venir! ¡Después de suspender las
clases y sin alumnos en la Escuela…!
-
¿Cómo? ¿Qué han suspendido las clases?
-
¿Ah, pero no lo sabía? A partir de hoy se
suspenden las clases en todas las universidades.
-
¡No me lo puedo creer…!
Salgo, con el café en un vaso de plástico, a la
terraza exterior. La camarera bromea con los jóvenes estudiantes de magisterio.
Se nota que los conoce bien pues les tutea con familiaridad. Uno de ellos
parece estar haciéndose el gallito delante de varias compañeras que, cómplices,
le sonríen. Los pavos reales que viven libres en el recinto pasean muy cerca
del grupo. Decido, como si fuera algo casual, gastarles una broma de forma
indirecta y pregunto a la joven camarera si ha visto el cartel de la puerta que
dice: ¡CERRAR LA PUERTA AL ENTRAR PARA QUE NO ENTREN LOS PAVOS!... El chaval
que gallea en el grupo me mira sonriendo. ¡Lo ha pillado! Menos mal que se lo
toma a bien…
El cementerio (efectivamente me acerqué a él)
estaba cerrado, pero por su horario habitual… Aburrido al no poder hacer vida
pública alguna, me volví a Cabanillas. Entré en casa sin sospechar que no
volvería a salir de ella hasta dos meses después.